Análisis:ANÁLISIS | Un cuarto de siglo sin un mito

El Charles Chaplin del fútbol

Ayer se cumplieron 25 años de la muerte de Garrincha. Y, además, en 2008 se conmemoran los 50 de la conquista del primer Mundial de Brasil. Garrincha era el Charles Chaplin de los lanzamientos a puerta. Bailaba y se divertía en el campo y repetía en los grandes estadios del mundo, frente a rivales fuertes, las jugadas que hacía en la infancia, descalzo, brincando, sin reglas y sin profesores.

En su primer entrenamiento con el Botafogo, el club de su vida, colocó la pelota entre las piernas del consagrado Nilton Santos y la golpeó desde el otro lado. Nilton Santos, el mejor defensor bras...

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Ayer se cumplieron 25 años de la muerte de Garrincha. Y, además, en 2008 se conmemoran los 50 de la conquista del primer Mundial de Brasil. Garrincha era el Charles Chaplin de los lanzamientos a puerta. Bailaba y se divertía en el campo y repetía en los grandes estadios del mundo, frente a rivales fuertes, las jugadas que hacía en la infancia, descalzo, brincando, sin reglas y sin profesores.

En su primer entrenamiento con el Botafogo, el club de su vida, colocó la pelota entre las piernas del consagrado Nilton Santos y la golpeó desde el otro lado. Nilton Santos, el mejor defensor brasileño que yo he visto jugar, se convirtió en el mayor admirador y amigo de Garrincha.

Garrincha no sólo era un espectáculo en el campo. También era eficiente. Tenía mucha habilidad y velocidad. Colocaba la pelota, con gracia y con cariño, para que el compañero metiese gol. Así creó muchos artilleros. El defensa sabía que Garrincha iba a regatear hacia la derecha y ni así conseguía anularlo. Tenía una increíble arrancada y mucha agilidad corporal. Con el tiempo, pasó a regatear también hacia el medio y a marcar goles. En el Mundial de 1958 fue importantísimo para el título. En 1962 fue increíble. Hizo pases decisivos y marcó goles de todas las maneras. Pelé ha sido el mejor jugador del mundo de todos los tiempos, pero Garrincha ha sido el más espectacular. Maradona y él son los dos mejores jugadores que he visto después de Pelé. Garrincha y Pelé juntos nunca perdieron un partido de la selección brasileña.

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Jugué al lado de Garrincha en los entrenamientos y en el Mundial de 1966. Se encontraba al final de su carrera y había sufrido muchas lesiones. Hacía un esfuerzo enorme para jugar, pero ya no estaba en forma. Era su fin. Después de eso pasó a ofrecer exhibiciones en todo Brasil para ganar un dinero que no supo reunir ni guardar en su carrera profesional. No sabía lo importante que era él para el fútbol. Se volvió alcohólico y sufrió todos los efectos secundarios de la bebida. Falleció como un pajarito, un garrincha (nombre de un pajarito). Parafraseando a João Guimarães Rosa, Garrincha no ha muerto. Sigue encantado, eterno.

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