Crítica:

El soplón del Opus

Coincidiendo con El caso Litvinenko, también se estrena El espía, filme estadounidense basado en los hechos reales acaecidos alrededor de Robert Hanssen, ex agente del FBI que trabajó durante más de 15 años para los rusos. Destapado en abril de 2001, el caso Hanssen ha sido trasladado al cine por Billy Ray, con experiencia en el arte del engaño y la doble personalidad, pues ya llevó a la pantalla con eficacia El precio de la verdad (2003), también basada en hechos reales, sobre el joven periodista de la revista The New Republic, que, después de triunfar con i...

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Coincidiendo con El caso Litvinenko, también se estrena El espía, filme estadounidense basado en los hechos reales acaecidos alrededor de Robert Hanssen, ex agente del FBI que trabajó durante más de 15 años para los rusos. Destapado en abril de 2001, el caso Hanssen ha sido trasladado al cine por Billy Ray, con experiencia en el arte del engaño y la doble personalidad, pues ya llevó a la pantalla con eficacia El precio de la verdad (2003), también basada en hechos reales, sobre el joven periodista de la revista The New Republic, que, después de triunfar con importantes reportajes de investigación, fue descubierto como el mayor inventor de fuentes de la historia del periodismo.

EL ESPÍA

Dirección: Billy Ray.

Intérpretes: Ryan Phillippe, Chris Cooper,

Laura Linney, Carolina Dhavernas,

Gary Coole, Dennis Haysbert.

Género: espionaje. EE UU, 2007.

Duración: 110 minutos.

Minuciosa, aunque excesivamente plana en su puesta en escena, El espía tiene en la vertiente religiosa del protagonista su punto más interesante. Supernumerario del Opus Dei, Hanssen era en realidad un obseso sexual agotado por la culpa, lo que le llevó a relajar sus medidas de seguridad. Ray basa su historia en el enfrentamiento de personalidades de las buddy movies, pero despojándolo del habitual matiz cómico y adentrándose en la compleja lucha de egos entre el viejo zorro y el recién llegado (al que Phillippe no acaba de dar la personalidad necesaria). Llama la atención la desaparición de uno de los aspectos más rocambolescos de la historia: el chivatazo de Hanssen a los rusos sobre el túnel que habían construido los estadounidenses justo debajo de su embajada en Washington. En la película, sin embargo, ni rastro. ¿Censura? ¿Autocensura?

Vídeo: ELPAIS.com
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