El facha comunista

Hijo único de la confusión política, del caos mental, de la intemperie moral de la Italia posterior a la Guerra Mundial y a la caída de Mussolini. Así es el protagonista de Mi hermano es hijo único, película de bonito y poético título, si no fuese porque el de la novela original en la que se basa, El fasciocomunista, resulta todavía más descriptivo acerca del embrollo ético del país. Un estado del que, viendo cómo le han ido las cosas en la última década, quizá no ha podido desembarazarse del todo.

La familia como microcosmos ejemplarizante de la situación de un macrocosmo...

Hijo único de la confusión política, del caos mental, de la intemperie moral de la Italia posterior a la Guerra Mundial y a la caída de Mussolini. Así es el protagonista de Mi hermano es hijo único, película de bonito y poético título, si no fuese porque el de la novela original en la que se basa, El fasciocomunista, resulta todavía más descriptivo acerca del embrollo ético del país. Un estado del que, viendo cómo le han ido las cosas en la última década, quizá no ha podido desembarazarse del todo.

La familia como microcosmos ejemplarizante de la situación de un macrocosmos. Es la fórmula de la magistral La mejor juventud (Marco Tullio Giordana, 2003) y también la de Mi hermano es hijo único, dirigida con ligereza y desparpajo por Daniele Luchetti, y escrita no por casualidad por los mismos guionistas de la cinta de Giordana (Sandro Petraglia y Stefano Rulli), basándose en la novela de Antonio Pennacchi. Parte de los principales acontecimientos políticos de la Italia de las décadas de los cincuenta y sesenta se resumen en las neuronas de un chico que pasa del seminario al comunismo, previo paso por el fascismo. Es la época en la que el Himno a la Alegría debía ser despojado de su presunto carácter reaccionario y se le añadía una letra con vivas a Mao y Stalin. Como para pegarse un tiro.

Menos trascendente y compleja que La mejor juventud, la película se acerca así a la eficaz nostalgia crítica de bajo calado de Cuéntame (voz en off, incluida), a su agradable costumbrismo y a sus evocaciones de los mitos de la cultura popular. En un episodio reciente de la serie española, Carlitos se hacía facha por amor a una pija de derechas. "Tiraban más dos tetas que dos carretas", reflexionaba, nostálgico, su narrador. El protagonista de la película italiana anda muy cerca de tal pensamiento.