Editorial:EL ROTO

Vuelve al desierto

Aznar sigue enredando, a espaldas de la sociedad española. Y contra su propio partido

El ex presidente Aznar no tiene nada que rectificar; la sentencia del juicio del 11-M, que descarta lo esencial de la teoría conspiratoria, no le hace apearse de su convicción de que el verdadero objetivo de los que idearon aquella masacre era cambiar el curso político de España, es decir la derrota del PP; y que esos inspiradores no se encuentran en lejanos desiertos sino más cerca. Es decir, entre los interesados en ese cambio político.

La creencia en una maquinación universal como explicación de las propias desgracias es un sentimiento muy humano. En el caso de Aznar, sin embargo, s...

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El ex presidente Aznar no tiene nada que rectificar; la sentencia del juicio del 11-M, que descarta lo esencial de la teoría conspiratoria, no le hace apearse de su convicción de que el verdadero objetivo de los que idearon aquella masacre era cambiar el curso político de España, es decir la derrota del PP; y que esos inspiradores no se encuentran en lejanos desiertos sino más cerca. Es decir, entre los interesados en ese cambio político.

La creencia en una maquinación universal como explicación de las propias desgracias es un sentimiento muy humano. En el caso de Aznar, sin embargo, su condición de ex presidente debería hacerle más prudente en la exteriorización de sus obsesiones. No puede hablarse con la misma ligereza antes que después de que la justicia haya dictado sentencia.

En este caso, además, parece evidente que antepone razones personalistas al interés de su partido. En las últimas horas es notoria la incomodidad de dirigentes muy variados del PP hacia este empeño de Aznar. Tras alguna vacilación, en el PP se había impuesto la consigna de mirar adelante y abandonar los debates retrospectivos sobre el 11-M. Después de la sentencia, ese debate en manera alguna podía favorecer sus expectativas electorales. Además, la bronca sobre temas de terrorismo choca con el deseo de la mayoría de ver a los dos principales partidos unidos frente a ese peligro, reiterado con las nuevas amenazas de Al Qaeda.

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Personas muy distantes ideológicamente de Aznar saludaron en su día con simpatía su decisión de retirarse tras cumplir dos mandatos, y su compromiso de apartarse realmente de toda intervención. Propósito del que se está desdiciendo de la peor manera posible: con declaraciones contradictorias sobre la estrategia de Rajoy y enredos destinados a condicionar su eventual sucesión.

Hace dos años, Rajoy ya se vio forzado a tomar distancias de un tremebundo vídeo sobre el 11-M realizado por la Fundación FAES, que preside Aznar, y que contenía graves acusaciones y peores insinuaciones contra los socialistas. Éstos han preparado ahora otro vídeo que recoge las más truculentas frases de Aznar y varios dirigentes del PP avalando la teoría conspiratoria. El lunes anunciaron que sólo dejarían de difundirlo si los populares acataban sin matices la sentencia. Y consideran las declaraciones del ex presidente prueba de que no la acatan.

Aunque pueda parecer una explicación un tanto artificiosa, si el PP hubiese de verdad optado por pasar página (y Rajoy hubiese sido capaz de lo que no ha hecho desde que asumió el liderazgo: imponerse), los socialistas hubiesen tenido harto difícil dar luz verde al vídeo. Pese a que, por una vez, se trata de un trabajo más fino que el grueso trazo que acostumbra Ferraz: la retahíla de declaraciones de Aznar, Rajoy, Acebes y Zaplana (asegurando enfáticamente que sí, que sí, que la tarjeta del Grupo Mondragón existe) quedará para la historia.

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