Columna

Pamplinas

Es difícil comprender por qué cada vez que se acercan unas elecciones en Andalucía hay un dirigente del PP que dice una pamplina. Aún admitiendo que si no fuera por las tonterías la política sería espantosamente aburrida, empieza a ser tal la persistencia en las sandeces que Javier Arenas debería prohibir a algunos compañeros de partido que hablen de Andalucía. El último en decir una bobada ha sido el eurodiputado Alejo Vidal Cuadras, calificando de "cretino integral" y "uno de los más tontos de Europa" a Blas Infante. Asumiendo el riesgo de darle categoría a semejante estupidez, no está de má...

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Es difícil comprender por qué cada vez que se acercan unas elecciones en Andalucía hay un dirigente del PP que dice una pamplina. Aún admitiendo que si no fuera por las tonterías la política sería espantosamente aburrida, empieza a ser tal la persistencia en las sandeces que Javier Arenas debería prohibir a algunos compañeros de partido que hablen de Andalucía. El último en decir una bobada ha sido el eurodiputado Alejo Vidal Cuadras, calificando de "cretino integral" y "uno de los más tontos de Europa" a Blas Infante. Asumiendo el riesgo de darle categoría a semejante estupidez, no está de más tirar de hemeroteca para localizar otras joyas de la dialéctica popular.

Al igual que las estaciones del año, las noches y los días, o los mundiales de fútbol, las tonterías del PP hacía Andalucía también son cíclicas. Cada cierto tiempo un dirigente desafina y allí está Arenas y los suyos intentando salir del entuerto. El PSOE en Andalucía tiene un chollo con los reiterados desatinos del PP y se agarran a ellos como a un clavo ardiendo. Los socialistas los censuran, los critican y los amplifican, que es la manera que tienen de que llegue a cuanta más gente mejor. Uno de los líos lo causó Aznar cuando equiparó los 25 años de gobierno del PSOE en Andalucía con la larga duración del franquismo. También en el pasado debate sobre la reforma del Estatuto andaluz se escucharon bastantes bobadas a raíz de la incorporación en el preámbulo de la "realidad nacional" de Andalucía, que el PP acabó votando. Rajoy dijo que era "un cachondeo", María San Gil "una chirigota" y Javier Mayor Oreja pronosticó con él una explosión islamista.

Otros episodios se produjeron cuando el ex ministro de Trabajo Juan Carlos Aparicio habló de la "indolencia" de los andaluces; Mariano Rajoy acusó a la Junta de practicar el "gamberrismo institucional" o de nuevo Mayor Oreja hizo una comparación entre Andalucía y el País Vasco por el supuesto "miedo" que hay en ambas comunidades a un cambio de gobierno. Ya ven, el listado es largo y, sobre todo, muy provechoso para los intereses del PSOE. Estoy convencido de que, si uno se lo propone, es capaz de encontrar un catálogo más o menos similar de tonterías en boca de dirigentes del PSOE -de éstos más que de ninguno, ya que llevan gobernando desde siempre-, de IU o del PA. Pero existe un claro matiz: los dirigentes del PP se han especializado en un tipo de chorrada que además de insultar a la inteligencia resulta ofensiva hacia los andaluces. La cosa no tendría mayor importancia ya que ellos son los principales perjudicados, si no fuera por lo que esconden los exabruptos: un claro menosprecio hacia la comunidad autónoma y un deseo de mantener la imagen de región sumisa y más subvencionada de lo que ya está.

En uno de estos calentones, el ex ministro Mayor Oreja argumentó su necedad sobre el "miedo" de los andaluces a un cambio de gobierno con una interpelación. ¿Deberían preguntarse los andaluces por qué nunca hay alternativa en Andalucía?, dijo. El ex ministro hizo una pregunta tonta sobre una cuestión idiota, ya que lo lúcido hubiera sido plantearse: ¿Por qué no ganamos nunca las elecciones en Andalucía? Y es que, a lo peor para el PP, además de por el voto cautivo en manos del PSOE, por el régimen instaurado por los socialistas en Andalucía, también pierden las elecciones por ellos mismos. Vamos, para entendernos, de igual manera que le pasa al PSOE en las capitales de provincia andaluzas. En esta comunidad autónoma hay una palabra muy utilizada para definir las cosas sin fuste ni sentido. Las tonterías o los hechos sin importancia. Se les llama pamplinas. Y resulta preocupante el empecinamiento de algunos dirigentes del PP de hacer con pamplinas una alternativa política en Andalucía.

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