Reportaje:

Un espectáculo de aire y humo

Más de 300.000 personas se congregan en el litoral barcelonés para disfrutar de la exhibición aérea

El cielo de Barcelona tenía ayer más estelas blancas que nunca. Helicópteros, aviones de caza y comerciales, ultraligeros y paramotores sobrevolaron las playas de Barcelona desde las 9.30 hasta las 14.00 horas.. Más de 300.000 personas se acercaron al litoral barcelonés para ver la decimosexta edición del festival aéreo, que ponía punto final a las fiestas de la Mercè.

La mayoría de los que se congregaron para disfrutar del espectáculo y del sol se situaron en la playa de la Mar Bella -donde tradicionalmente se celebra el evento- y alrededor de la placa fotovoltaica, en las gradas del F...

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El cielo de Barcelona tenía ayer más estelas blancas que nunca. Helicópteros, aviones de caza y comerciales, ultraligeros y paramotores sobrevolaron las playas de Barcelona desde las 9.30 hasta las 14.00 horas.. Más de 300.000 personas se acercaron al litoral barcelonés para ver la decimosexta edición del festival aéreo, que ponía punto final a las fiestas de la Mercè.

La mayoría de los que se congregaron para disfrutar del espectáculo y del sol se situaron en la playa de la Mar Bella -donde tradicionalmente se celebra el evento- y alrededor de la placa fotovoltaica, en las gradas del Fórum. Había curiosos con cámaras y prismáticos, y familias, muchas familias, aunque fueron más por reclamo que por interés: los niños hacían caso omiso a los aviones excepto cuando el ruido era ensordecedor e insoportable.

Llamó la atención del público el Eurofighter, uno de los aviones de caza más utilizado por las armadas, que apareció de repente y ascendió en perpendicular a gran velocidad para luego girar sobre sí mismo antes de cambiar de dirección.

También despertaron curiosidad los cinco helicópteros Aspa, que se cruzaron con la impresión de que iban a chocar entre sí, y el Mirage 2000 del Ejército francés. Aunque también se dejaron oír algunas críticas: cuando el Airbus de la compañía Clickair surcó por lo menos tres veces el cielo de la Mar Bella, algunos creyeron ver publicidad encubierta. "Menuda exhibición. ¡Cómo aprovechan la ocasión para hacer propaganda!", soltó Juan a su nieto. La patrulla Breitling Jeat Team, que hizo sendas exhibiciones de piruetas y acrobacias en el cielo de Barcelona, se acercó tanto a la placa fotovoltaica que algunos creyeron que iban a topar.

Después se produjo cierto desconcierto en la zona del Fórum. Tras la patrulla Breitling llegó el momento de los paracaidistas del proyecto Alas -entre los cuales había una de las pocas mujeres que se dedican a esta práctica aérea-. Desde la placa fotovoltaica y las gradas era imposible ver cómo aterrizaban en la arena de la Mar Bella y, creyendo que la patrulla Breitling era la patrulla Águila, muchos pensaron que el espectáculo había terminado y se alejaron del lugar. Y es que los megáfonos que anunciaban las maniobras de los distintos aviones que desfilaban por el aire se oían tan mal que, a pocos metros del epicentro del festival, era imposible enterarse absolutamente de nada. Aun así, el espectáculo siguió con todo el litoral barcelonés abarrotado.

Los ejercicios del piloto Cástor Fantoba, subcampeón del mundo de acrobacias aéreas, sorprendieron al público, que intentaba averiguar qué escribía el pilotonen el cielo. Finalmente pudo leerse: "I love BCN". El colofón, como es ya tradición, lo puso la patrulla Águila del Ejército Español, que dejó escapar una senyera al aire y terminó la exhibición con una bandera española.

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Con la mirada puesta en el cielo

La exhibición aérea era sólo una de las actividades que, bajo el nombre de Festa del Cel o Setmana Aeronàutica i del Espai, el Ayuntamiento de Barcelona había programado para culminar las fiestas de la Mercè.

Sin embargo, las exposiciones y los circuitos que se habían instalado alrededor del festival aéreo, que pretendían englobarse también en las actividades que se organizan para celebrar la Barcelona Ciencia 2007, quedaron ignoradas por la mayoría. Y eso a pesar de que se encontraban a la entrada del Fórum, a pocos metros de donde cientos de miles de personas se distraían mirando al cielo.

Los aviones y helicópteros acapararon toda la atención. Los circuitos de astronomía, en los cuales se podía mirar a través de telescopios con la ayuda de monitores, estaban prácticamente vacíos.

Ocurría lo mismo con una supuesta gincana en la que dos monitoras se aburrían porque no había niños a los que distraer y en la exposición de un motor de avión al que muy pocos prestaban una mínima atención.

Corrieron mejor suerte las carpas montada para fabricar cohetes y aviones de juguete, y la que organizaba lanzamientos ficticios de naves espaciales. A pesar de ello, la presencia de niños seguía siendo baja.

Justo detrás del circuito astronómico se había instalado una exposición en la que se presentaba la actividad aérea en Cataluña y en Barcelona. Pero cuando el festival aéreo había llegado a su fin y cientos de personas cruzaban la carpa donde se encontraba todo el muestrario, los colaboradores acababan de cerrarla y muchas personas se quedaron sin verla.

Más éxito tuvo el encuentro de aeroestación que organizó la Federación Aérea Catalana al inicio de la Mercè,en el que se hincharon globos aerostáticos que alzaron el vuelo cerca del Moll de la Fusta, así como la exhibición de paramotores.

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