Autodestrucción de la autoría
Hay en el ciclo de relatos de El club de los suicidas una idea feroz que fascinó al propio Chaplin, dispuesto a adaptarlo al cine tras el triunfo de La quimera del oro (1925): la muerte como el servicio último para el usuario de la vida moderna. En el fondo, el clandestino Club de R. L. Stevenson no era tanto una organización criminal como una empresa de servicios. Antes y después de ese proyecto nonato de Chaplin, no han sido pocos los cineastas fascinados por El club de los suicidas: Roberto Santiago parece haberse esforzado por aportar la menos distinguida adición a una...
Hay en el ciclo de relatos de El club de los suicidas una idea feroz que fascinó al propio Chaplin, dispuesto a adaptarlo al cine tras el triunfo de La quimera del oro (1925): la muerte como el servicio último para el usuario de la vida moderna. En el fondo, el clandestino Club de R. L. Stevenson no era tanto una organización criminal como una empresa de servicios. Antes y después de ese proyecto nonato de Chaplin, no han sido pocos los cineastas fascinados por El club de los suicidas: Roberto Santiago parece haberse esforzado por aportar la menos distinguida adición a una lista que abrió el mismísimo D. W. Griffith en 1909.
El caso de Santiago es paradigmático: se dio a conocer con un corto notable -Ruleta (1999), donde ya se hablaba de suicidio-, pero ha acabado haciendo cine español en el peor sentido de la expresión. Comedia de falso costumbrismo poblada de actores atrapados en su propio cliché, El club de los suicidas funciona como falsa pista: el único suicidio palpable es el del posible autor que prefirió ser profesional posibilista.
EL CLUB DE LOS SUICIDAS
Dirección: Roberto Santiago. Intérpretes: Luis Callejo, Fernando Tejero, Juanma Cifuentes, Lucía Jiménez. Género: comedia. España, 2007. Duración: 104 minutos.