Reportaje:Fiestas de La Blanca

Aún queda tiempo para el humor

Las fiestas llegan a su último día con dos citas relevantes: los toros y el espacio cómico

"¡Hombre, qué bien, si no te has muerto!" La sorna y el humor gamberro de los blusas no se agota con el tiempo, ni mucho menos. Los centenares de veteranos que desde buena mañana se reunieron ayer en el centro de Vitoria para protagonizar su día particular de las fiestas conservan ese desparpajo que sólo se vive en situaciones festivas que suponen además un reencuentro. Mantienen las costumbres inveteradas, que comienzan a primera hora de la mañana con la misa y la ofrenda floral a la Virgen Blanca y el correspondiente aurresku de honor.

Comenzaba una jornada que preludia ...

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"¡Hombre, qué bien, si no te has muerto!" La sorna y el humor gamberro de los blusas no se agota con el tiempo, ni mucho menos. Los centenares de veteranos que desde buena mañana se reunieron ayer en el centro de Vitoria para protagonizar su día particular de las fiestas conservan ese desparpajo que sólo se vive en situaciones festivas que suponen además un reencuentro. Mantienen las costumbres inveteradas, que comienzan a primera hora de la mañana con la misa y la ofrenda floral a la Virgen Blanca y el correspondiente aurresku de honor.

Comenzaba una jornada que preludia el final de las fiestas, hoy, y que mantiene su atractivo en la vida callejera, en lo que es la fiesta tradicional. La animación de la banda de música Les Armagnac suponía el plato especial de una diana que, como correspondía a la jornada, la más tradicional, comenzó a las diez de la mañana. Les Armagnac es una formación que, como tantos extranjeros, visita Vitoria en La Blanca y repite. Así lo ha constatado la Oficina de Turismo, que estima que la presencia de turistas de otros países ha crecido en estas fiestas un 40% con respecto a las del año pasado.

Zancos y tambores

Les Armagnac llegó un año, se asombró con la animación de la ciudad y ya sólo pide para volver a la capital de los blusas que se dé alojamiento a sus miembros. Su pasacalles coincidió a mediodía con el que ha sido el montaje callejero más espectacular que se ha visto en los últimos tiempos en Vitoria: Bazucando no ar, de la compañía Alea Teatre. El ritmo de la batucada se enfrentó al más difícil todavía: los músicos y actores, bajo la dirección de Xesco Grau, se mueven entre el gentío sobre unos altísimos zancos mientras se aplican al tambor.

Ha sido todo un acierto que anima lo que ya va siendo el decaimiento de unas fiestas que vivieron a partir del lunes pasado el éxodo de las masas más juerguistas, aunque determinados recintos todavía gozan de éxito. Es el caso de la plaza de toros, que acoge las mejores corridas en los dos últimos días de feria: ayer, Enrique Ponce, El Cid y José Mari Manzanares; y, hoy, cierre de gala con Morante de la Puebla, El Juli y Sebastián Castella, el gran triunfador de la Feria de San Isidro.

Aunque la gran revelación para el público este año, en vista de cómo se abarrotaba la plaza de Amárica, ha sido la programación de humor, que comenzó con el gasteiztarra Gorka Aginagalde y que concluirá hoy con el concierto de Riki López, peculiar cantautor que ha alcanzado la fama con una desternillante canción titulada El busto es mío, en la que relata las vicisitudes que sufre una chica que se somete a una operación de cirugía estética. Todavía queda tiempo para el humor.

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