El doble agravio de Franco al teniente Casado

El Supremo rechaza revisar el fusilamiento de un superviviente de la guerra del Rif al que el dictador privó de una medalla

"Es horrenda la sed; se han bebido la tinta, la colonia, los orines mezclados con azúcar. Se echan arenilla en la boca para provocar, en vano, la salivación. Los hombres se meten desnudos en los hoyos que se hacen para gustar el consuelo de la humedad. Se ahogan con el hedor de los cadáveres. La pestilencia y carencia de agua hacen mortales las heridas. Conclúyense las municiones". El comandante Julio Benítez al mando de la posición de Igueriben, en el norte de Marruecos, describió así a sus superiores el estado al que las tropas rifeñas habían reducido a sus hombres tras cuatro días de asedio...

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"Es horrenda la sed; se han bebido la tinta, la colonia, los orines mezclados con azúcar. Se echan arenilla en la boca para provocar, en vano, la salivación. Los hombres se meten desnudos en los hoyos que se hacen para gustar el consuelo de la humedad. Se ahogan con el hedor de los cadáveres. La pestilencia y carencia de agua hacen mortales las heridas. Conclúyense las municiones". El comandante Julio Benítez al mando de la posición de Igueriben, en el norte de Marruecos, describió así a sus superiores el estado al que las tropas rifeñas habían reducido a sus hombres tras cuatro días de asedio. Era 20 de julio de 1921 y faltaban horas para que se consumara el desastre de Annual, la huida desesperada de unos 5.000 soldados españoles incapaces de hacer frente al ataque de las hordas de Abdelkrim.

Casado fue condenado en 1936 por acciones "antipatrióticas y antimilitares"
Dos jueces creen que la sentencia debería anularse al carecer de las garantías mínimas

Del cerco de Igueriben resultó prisionero el teniente de Infantería Luis Casado Escudero, autor del parte por el que esos hechos pasaron a la historia. Tras ser rescatado de su cautiverio, sus declaraciones sirvieron para justificar las condecoraciones póstumas del comandante Benítez y otros compañeros de campaña en el norte de África, honores que sin embargo, él nunca recibió, debido en parte a un informe contrario que Francisco Franco redactó en 1925.

La rebelión militar que 15 años después convirtió en dictador a ese general de Infantería lo llevó al patíbulo el 23 de julio de 1936, cinco días después de la sublevación militar. Casado, ya capitán, fue fusilado en Melilla tras un juicio sumarísimo por actividades "antipatrióticas, antimilitares y disolventes", según el acta del proceso en el que 14 mandos adheridos al bando franquista decidieron pasarlo por las armas por repartir propaganda comunista y armas entre las unidades, cargos de los que Casado se declaró inocente. Dos de los miembros del tribunal actuaron al mismo tiempo como testigos en su contra.

Esas irregularidades no bastan para iniciar el proceso de anulación de la condena de Casado, según el Tribunal Supremo, al que ahora han recurrido sus familiares para tratar de restaurar su memoria. La Sala de lo Militar, en un auto del pasado 9 de julio, consideró que el acta por el que se ordenó su fusilamiento "no puede ser tenida en ningún caso como resolución judicial y, menos aún, como sentencia firme", sino como "la constatación escrita de una actuación realizada al margen de cualquier procedimiento judicial previsto en la legislación vigente [en ese momento]".

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La dramática muerte de Casado se produjo, según el tribunal "al margen de cualquier actuación judicial, siendo provocada por quienes, sin tener legitimación alguna para acordarla y fuera de cualquier procedimiento legal, incurrieron en una conducta ética y jurídicamente reprobable", concluye la resolución, que deniega el derecho de interponer el recurso de revisión a su familia al considerar que no existe la sentencia que se pretende revisar.

Todos esos argumentos se rebaten en el voto particular de los magistrados Ángel Juanes y José Luis Calvo que estiman que la ejecución de Casado se debió a la existencia de "un proceso y una sentencia". "Lo cierto es que se abrió una causa penal, que se nombró juez y secretario, que los miembros del aparente consejo de guerra se reunieron para juzgar la conducta del capitán Luis Casado y que decidieron por unanimidad condenarlo a muerte", concluyen Juanes y Calvo, que aseguran que el juicio y la condena debieron anularse como pedía la familia, ya que no se observaron "las garantías mínimamente establecidas incluso con sujeción a la legalidad vigente en el momento en que se realizó dicho proceso".

Los familiares, que ahora se disponen a llevar el caso al Constitucional, creen que el fusilamiento de Casado tuvo mucho de venganza personal fraguada tras el desastre de Annual y su heroico episodio en Igueriben. Terminado su cautiverio rifeño, pleiteó durante años para conseguir la Cruz Laureada de San Fernando, que nunca le fue concedida, al contrario que a algunos de sus compañeros a los que él recomendó, tras recibir informes desfavorables de militares que años más tarde se sublevaron contra la República.

Entre ellos se encontraba el del propio Franco, que en su declaración contra la concesión de esa medalla, aseguró que sólo conocía a Casado "de vista" y "por relatos de otros oficiales". El futuro dictador admite que "no conoce en detalle lo actuado por Casado", pero afirma que "escuchó a los supervivientes relatarle los últimos momentos de la posición de Igueriben, donde murieron todos los oficiales menos el teniente". Con ese conocimiento, Franco se atreve a declarar que "cuando Casado fue rescatado tuvo ocasión de escuchar del oficial liberado, de campamento en campamento, opiniones poco favorables a su proceder". Entre ellas señala la de la del comandante Heliodoro Tella Cantos, que habló al general "de la vergüenza que representaba este oficial". Tella Cantos formó parte del tribunal que lo condenó a muerte años después.

"Queridos padres, hijos y hermanos: es la hora de la verdad pues dentro de breves momentos me van a fusilar", escribió Casado justo antes de ser conducido al paredón. "Nunca se avergüencen de mí. Muero inocente y pensando en todos ustedes a los que tanto he querido y quiero. Muero henchido de gratitud y cariño para todos ustedes. Cuiden a esos niños, a los que quise y quiero con locura: que se acuerden siempre de mí. Cuando sea el tiempo oportuno, por Dios recojan mis restos y llévenlos al lado de Finucha [Serafina, su mujer]. Y que mis hijos me lleven flores".

Casado, a la derecha, durante un acto de homenaje al comandante Benítez en Málaga, en 1926.
Aunque no lo conocía personalmente, Franco informó negativamente sobre la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando a Casado. En la imagen, la declaración firmada del futuro dictador sobre el teniente.

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