Un campo minado espera a Erdogan tras su victoria en Turquía

La imagen sonriente del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, feliz junto a su número dos, el ministro de Exteriores, Abdulá Gül, y a sus respectivas esposas tocadas con el pañuelo islámico, parecía una bofetada en la cara de los generales turcos. Las dos parejas celebraban de madrugada en el balcón de la sede del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) la arrolladora victoria electoral de los islamistas moderados en las legislativas del pasado domingo.

El triunfo del AKP, con el 46,4% de los votos y 340 de los 550 escaños del Parlamento, ha sido arrollador, pero no aplastan...

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La imagen sonriente del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, feliz junto a su número dos, el ministro de Exteriores, Abdulá Gül, y a sus respectivas esposas tocadas con el pañuelo islámico, parecía una bofetada en la cara de los generales turcos. Las dos parejas celebraban de madrugada en el balcón de la sede del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) la arrolladora victoria electoral de los islamistas moderados en las legislativas del pasado domingo.

El triunfo del AKP, con el 46,4% de los votos y 340 de los 550 escaños del Parlamento, ha sido arrollador, pero no aplastante. Erdogan tiene apenas un par de meses para resolver el embrollo político de la designación de un nuevo presidente de la República, después de verse forzado a retirar en mayo, en medio de presiones militares, a su propio candidato, Abdulá Gül. Para ello necesita el respaldo de 367 diputados, que suman los dos tercios de la Cámara.

El Ejército turco guardó silencio ayer, como ha hecho a lo largo de la campaña. Ya habló hace tres meses, en el memorando difundido a través de Internet en el que advertía que el Estado laico estaba en peligro con la elección de un presidente de origen religioso como Gül. Y volvió a pronunciarse por la vía de los hechos, con las elecciones anticipadas convocadas ya por Erdogan, al concentrar a 200.000 soldados en la frontera con Irak, donde tiene sus bases la guerrilla separatista del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).

Sin tiempo para saborear su victoria, Erdogan tendrá que atravesar indemne un camino minado antes del otoño para poder arrancar con su segundo mandato, en el que ha prometido proseguir el programa de modernización de la economía y aproximación a la Unión Europea. Sobre los pasos que vaya a seguir el primer ministro, sólo cabe anticipar su apuesta por la estabilidad en el discurso que pronunció en la sede de su partido. "La democracia ha salido reforzada de las urnas", afirmó. "Respetaré los votos de todos los turcos, cualquiera que fuese su opción. Tenemos objetivos y valores comunes que nos unen".

Garantía para los laicos

Sus palabras fueron interpretadas ayer por la prensa turca como una promesa de garantía del Estado laico a los millones de turcos que se manifestaron hace tres meses contra la elección de Gül como presidente. "El pueblo ha enviado su memorando", titulaban ayer algunos de los diarios con mayor circulación, como Sabah y Radikal

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La semana que viene Turquía volverá a acelerar el paso político en el Parlamento, donde los 23 nuevos diputados nacionalistas kurdos tampoco podrán garantizarle al AKP una mayoría de dos tercios. Erdogan tiene que decidir ahora si tenderá la mano a la sociedad laica que teme perder su estilo de vida occidental o permitirá que el empantanamiento de la pugna política lleve otra vez a los militares -como han hecho ya cuatro veces desde 1960- a marcar el paso en Turquía.

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