Cartas al director

Sorpresa en Cuéllar

Agradezco a Marta Sanz y a EL PAÍS el reportaje titulado 'Cuéllar. Isla mudéjar y ecológica', publicado en el suplemento El viajero del pasado sábado 14 de julio. Aunque debería haberse elogiado antes a Cuéllar por su magnífico patrimonio histórico, cultural y natural, dice el refrán castellano que "nunca es tarde si la dicha es buena". En este caso, la dicha ha sido excelente, pues el reportaje de Marta Sanz es magnífico por su belleza literaria, y su exquisita y penetrante sensibilidad para apreciar las cualidades de Cuéllar, junto con el emocionado recuerdo de su bisabuelo republican...

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Agradezco a Marta Sanz y a EL PAÍS el reportaje titulado 'Cuéllar. Isla mudéjar y ecológica', publicado en el suplemento El viajero del pasado sábado 14 de julio. Aunque debería haberse elogiado antes a Cuéllar por su magnífico patrimonio histórico, cultural y natural, dice el refrán castellano que "nunca es tarde si la dicha es buena". En este caso, la dicha ha sido excelente, pues el reportaje de Marta Sanz es magnífico por su belleza literaria, y su exquisita y penetrante sensibilidad para apreciar las cualidades de Cuéllar, junto con el emocionado recuerdo de su bisabuelo republicano, que allí sufrió prisión durante la posguerra; pero he ahí la sorpresa.

Marta Sanz significa que su bisabuelo "habría sonreído" al ver la placa de "Plaza de la República" que alguien habría destapado tras estar oculta. Para sorpresa de extraños, más que de propios, esa placa, esculpida en piedra y en tricolor sobre la fachada del Ayuntamiento, siempre ha estado bien a la vista desde la Segunda República y durante todo el franquismo hasta el presente.

Es una feliz curiosidad de Cuéllar, que no parece una casualidad, porque este municipio es tolerante y hospitalario de verdad tanto antes como ahora. Prueba de esto es que aquí estuvieron exiliados y agradecidos el poeta José de Espronceda, en el primer tercio del siglo XIX, y un conocido dirigente de CC OO hace más de cuarenta años durante el franquismo. Para este último, Cuéllar sigue siendo su segundo y entrañable hogar. Vamos que, a pesar de nuestros defectos y gracias a Marta Sanz, se va a difundir que es un orgullo ser cuellarano.

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