Crítica:

Soñar con delfines

Lo más sorprendente de Manuel Francisco Reina (Cádiz, 1974) es que, pese a su juventud, acredite tantas publicaciones. Dos de ellas han conseguido una buena repercusión: Mujeres de carne y verso, antología de mujeres poeta españolas e hispanoamericanas, y La coartada de Antínoo, una novela histórica que desarrolla con energía la peripecia erótica del emperador Adriano inspirada por la admirable Memorias de Adriano de Margueritte Yourcenar. Ahora llega su segunda novela, tan diferente. Retrata el mundo contemporáneo con los jóvenes en primer plano pero aunque las relaciones...

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Lo más sorprendente de Manuel Francisco Reina (Cádiz, 1974) es que, pese a su juventud, acredite tantas publicaciones. Dos de ellas han conseguido una buena repercusión: Mujeres de carne y verso, antología de mujeres poeta españolas e hispanoamericanas, y La coartada de Antínoo, una novela histórica que desarrolla con energía la peripecia erótica del emperador Adriano inspirada por la admirable Memorias de Adriano de Margueritte Yourcenar. Ahora llega su segunda novela, tan diferente. Retrata el mundo contemporáneo con los jóvenes en primer plano pero aunque las relaciones sexuales tienen una importancia primordial el tono general es el de una novela rosa modernizada. Impera el afán por mostrar la realidad cotidiana pero reducida casi a los trastornos de amor que se interrumpen para formular declaraciones admirativas en torno al arte y la belleza.

LA MIRADA DE SAL

Manuel Francisco Reina

Roca. Barcelona, 2007

254 páginas. 15 euros

En una de ésas, precisamente, se encuentra uno de los mejores momentos de la novela cuando hallándose en París el protagonista sumido en una crisis existencial se dedica durante días a tiempo completo a visitar el Museo de Orsay. En brillantes páginas se cuenta todo sobre el museo: la historia del edificio en relación con la de Francia, la importancia del barrio en que se encuentra, su arquitectura y el análisis pormenorizado de algunas de las obras que contiene. Puede verse como una guía turística de envergadura.

Como culminación de la peripecia del protagonista, asistimos a su vuelta a Cádiz. Nuestro hombre, después de haber tenido gran cantidad de amantes, la mayoría masculinos, quiere volver al lado de su Penélope, una chica gaditana a punto de casarse, para llevársela en el último momento como sucede en la película El graduado y en otras más modernas pero menos distinguidas, o bien, para despedirse y olvidarla definitivamente.

Por la forma en que apare

cen ciudades y personajes reales vinculados a la vida del autor, se faculta al lector para que sospeche que algunos de los episodios del libro son autobiográficos. Hay una indefinición entre lo ficticio y lo real, pero creo que esa ambigüedad crea más confusión que riqueza literaria, pues el yo, del autor o del protagonista vete a saber, domina poderosamente una historia en la que el hipersensible protagonista, poeta desde que nació, desdibuja, frente a él, al resto de los personajes. Como compensación, una sugerente metáfora constante, los delfines como protectores personales, soñados y reales, constituye una idea que embellece el texto.

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