Análisis:A LA PARRILLA

"Actas, actas, actas"

Mariano Rajoy, dijo Iñaki Gabilondo en su comentario del miércoles por la noche en Cuatro, tiene interiorizado que José Luis Rodríguez Zapatero es culpable, y trata de hacérselo saber a los españoles. Pero, ¿culpable de qué? ¿De qué es culpable Zapatero? Ah, lo siento, es culpable, "y tiene que demostrar su inocencia". Peter Handke dice, en El chino del dolor, que el hombre consiste de preguntas. Lo mejor de Gabilondo es que "consiste de preguntas", y las lanza como aquel personaje que en el cine protagonizaba Peter Sellers, Bienvenido, Mr. Chance. Ante una realidad dada, Iñaki s...

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Mariano Rajoy, dijo Iñaki Gabilondo en su comentario del miércoles por la noche en Cuatro, tiene interiorizado que José Luis Rodríguez Zapatero es culpable, y trata de hacérselo saber a los españoles. Pero, ¿culpable de qué? ¿De qué es culpable Zapatero? Ah, lo siento, es culpable, "y tiene que demostrar su inocencia". Peter Handke dice, en El chino del dolor, que el hombre consiste de preguntas. Lo mejor de Gabilondo es que "consiste de preguntas", y las lanza como aquel personaje que en el cine protagonizaba Peter Sellers, Bienvenido, Mr. Chance. Ante una realidad dada, Iñaki siempre da con preguntas que parecen obvias pero que nadie formula en voz alta, por el qué dirán. Despojados del qué dirán, en eso consisten muchos de los comentarios de Gabilondo: desnuda la realidad para que la gente la vea por todos los lados.

Rajoy había dicho que Zapatero tiene ahora que demostrar su inocencia, y lo dijo así en el atril solemne del Congreso: "Y tiene ahora que demostrar su inocencia". La deducción está clara, dijo Gabilondo: si tiene que demostrar su inocencia es que es culpable. ¿De qué? Ese fue el leit motiv del debate sobre el estado de la nación, el eje sobre el que el líder de la oposición construyó su letanía ("Actas, actas, actas"), que ha heredado con mucha eficacia el portavoz Zaplana y que Gemma Nierga ha convertido en un politono en su programa La ventana de la SER.

Esa palabra tan machacada, actas, dicha en el Parlamento, da supuestas varias realidades, entre ellas que es costumbre dar las actas de este tipo de conciliábulos entre terroristas y sus interlocutores. No es costumbre, pero si se explica que es una costumbre ("de transparencia", decía ayer un periodista al que le hace mucho caso Zaplana) y se dice mucho en la tele, la población puede terminar pensando que en efecto ahora deberían ser publicadas, como las confesiones de Trashorras. Y si no salen a la luz, pues leña al mono, que es Zapatero. Un delincuente, como parece que quería decir Mariano Rajoy. O Raroy, que diría Millás.

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