"Me la llevo. Cada día la veía peor"

El desalojo del asilo privado Juan XXIII de Alcobendas -con una orden de cierre cautelar después de que un vídeo grabado con cámara oculta por Telecinco mostrara las vejaciones a las que eran sometidos una veintena de ancianos- no está resultando sencillo. Familiares de los 65 residentes se acercaron ayer al centro desde primera hora de la mañana. A María Luisa Martínez, las imágenes del vídeo emitido en El programa de Ana Rosa le han hecho llevarse a su madre. En el testimonio se veía a 20 ancianos de la tercera planta del asilo en un entorno sucio, con excrementos en el suelo. Algunos...

El desalojo del asilo privado Juan XXIII de Alcobendas -con una orden de cierre cautelar después de que un vídeo grabado con cámara oculta por Telecinco mostrara las vejaciones a las que eran sometidos una veintena de ancianos- no está resultando sencillo. Familiares de los 65 residentes se acercaron ayer al centro desde primera hora de la mañana. A María Luisa Martínez, las imágenes del vídeo emitido en El programa de Ana Rosa le han hecho llevarse a su madre. En el testimonio se veía a 20 ancianos de la tercera planta del asilo en un entorno sucio, con excrementos en el suelo. Algunos estaban atados a sillas de plástico; otros se desplomaban sobre su cena, tras haber sido drogados con tranquilizantes.

Muy compungida, María Luisa contaba cómo la anciana, de 82 años y con alzheimer, ha perdido 15 kilos en los cuatro meses que lleva en el centro. Estaba en la tercera planta, en la que residían los ancianos a los que supuestamente se sometía al maltrato. "Me la llevo. No aguanto más. Yo cada día la veía peor, más seca. Pero llegas; los responsables del asilo te dicen que está bien y, bueno, te convences", explicó María Luisa. Nunca la dejaron llegar a la tercera planta. "Sólo me dejaron subir la primera vez que vine. Luego, nunca más, y eso te llama la atención", aseguró la mujer. Ayer llevó a su madre al hospital "a revisión". "No sé si está así por la enfermedad o por qué", agregó.

El director de la residencia abría ayer la puerta, pero muchos abandonaban el centro sin sus mayores. Se niegan a trasladarlos a otro lugar porque aseguran: "Aquí no hay maltrato". Además, exigen a la Comunidad de Madrid que les ayude a encontrar un nuevo asilo. Ayer se celebró una reunión en la que participaron el director general del Mayor, José María Alonso, y los afectados. La Comunidad prometió que estudiará caso por caso y que ningún anciano se quedará sin plaza en una residencia.

En busca de otro centro

La Comunidad de Madrid decretó el jueves el cierre cautelar del asilo, aunque éste sigue sin hacerse efectivo. Una portavoz de la Consejería de Asuntos Sociales aseguró que "el cierre definitivo" se producirá "cuando esté listo" el informe del equipo investigador que recaba información del centro desde el lunes pasado, informa Efe.

A lo largo de la tarde del jueves y de la mañana de ayer, la consejería se puso en contacto con los allegados de los ancianos para comunicarles que tenían que buscar otra residencia. "Me llamaron a las nueve de la noche para decirme que tengo que sacar a mi madre. Bien, pero ¿por qué y adónde?", se preguntaba José Antonio Trillo. Su madre vive en el asilo Juan XXIII desde hace siete meses: "Y está bien, de verdad. Cuidada, tranquila. No sé a qué viene todo esto".

Óscar Fernández tiene a su abuela en la residencia desde hace seis meses. "Está en la primera planta y parece que es a los que cuidan mejor. Está bien y no he tenido ninguna queja". "Mi abuela tiene una pensión de 900 euros y con eso paga la plaza. En otras residencias nos pedían 1.800". Fernández dice que si se han cometido irregularidades en el centro, hay que cerrarlo.