Crítica:

Cotidiana singularidad

Intencionalidad y estilo propio. Dos características que demasiado a menudo escasean en el cine español y que, sin embargo, han marcado la carrera como cortometrajista del navarro Félix Viscarret, que ahora se incorpora al largo con la excelente Bajo las estrellas, triunfadora absoluta del pasado Festival de Málaga.

Desde que en 1998 debutara en el corto con el fabulador Dreamers, rodado en Estados Unidos, donde estudiaba cinematografía, Viscarret ha ido obteniendo con sus siguientes (y muy premiadas) piezas una aureola de creador de ensoñadores mundos anclados en las situ...

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Intencionalidad y estilo propio. Dos características que demasiado a menudo escasean en el cine español y que, sin embargo, han marcado la carrera como cortometrajista del navarro Félix Viscarret, que ahora se incorpora al largo con la excelente Bajo las estrellas, triunfadora absoluta del pasado Festival de Málaga.

Desde que en 1998 debutara en el corto con el fabulador Dreamers, rodado en Estados Unidos, donde estudiaba cinematografía, Viscarret ha ido obteniendo con sus siguientes (y muy premiadas) piezas una aureola de creador de ensoñadores mundos anclados en las situaciones más ordinarias. Un estilo que se confirma con su estreno en el largometraje, una comedia con tintes dramáticos dotada de una insólita poesía visual, enraizada en el desamparo personal y social, y de un sentido del humor que, partiendo de la cotidianidad, aterriza en la singularidad, previo paso por un excitante candor.

BAJO LAS ESTRELLAS

Dirección: Félix Viscarret. Intérpretes: Alberto San Juan, Emma Suárez, Julián Villagrán, Violeta Rodríguez. Género: comedia dramática. España, 2007. Duración: 100 minutos.

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Aunque lo realmente sorprendente es que, siendo una adaptación de un material ajeno (la novela El trompetista del Utopía, de Fernando Aramburu), la película resulte tan cercana a sus trabajos anteriores. El joven autor experimenta con la continuidad de las secuencias al romper con insistencia el fluido natural de la imagen, saltarse el eje y recurrir a escenas retrospectivas para ilustrar conversaciones del presente.

Pero tal despliegue de recursos siempre tiene una intención dramática, además de estética, y nunca resultan gratuitos para el espectador ni irrespetuosos para sus intérpretes. De modo que, ayudada por la festiva y socarrona música de Mikel Salas y por la magnífica interpretación de Alberto San Juan (tan doloroso en el drama como jocoso en la comedia), Bajo las estrellas se confirma como, de momento, la gran película española del año.

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