Reportaje:

Apoyos ante la adversidad

Voluntarios de una fundación de Málaga han atendido a 5.000 pacientes en dos años

En un entorno como la planta de oncología del Hospital Clínico de Málaga se les distingue enseguida. Pese a vestir bata como los médicos, pronto se aprecia que pertenecen a otro gremio. Su brillante sonrisa y su poca prisa les delata. Es mediodía de un miércoles, una de las mañanas que Nieves Pastor, Encarnación Pulido, Beatriz Bocos y María del Carmen Cabra de Luna dedican cada semana a una misión sin la que ya no entenderían sus vidas: visitar, animar y confortar a enfermos de cáncer y a sus familiares. Las cuatro recorren los pasillos de la planta entre saludos de enfermos, familiares, cela...

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En un entorno como la planta de oncología del Hospital Clínico de Málaga se les distingue enseguida. Pese a vestir bata como los médicos, pronto se aprecia que pertenecen a otro gremio. Su brillante sonrisa y su poca prisa les delata. Es mediodía de un miércoles, una de las mañanas que Nieves Pastor, Encarnación Pulido, Beatriz Bocos y María del Carmen Cabra de Luna dedican cada semana a una misión sin la que ya no entenderían sus vidas: visitar, animar y confortar a enfermos de cáncer y a sus familiares. Las cuatro recorren los pasillos de la planta entre saludos de enfermos, familiares, celadores, médicos y enfermeras.

En estos dos años que lleva funcionando el programa de voluntariado de la Fundación de Asistencia a Enfermos de Cáncer de Málaga (www.fmaec.org), la figura de estos altruistas se ha hecho imprescindible en una planta tan poco dada a las alegrías como la tercera del Clínico. En estos dos años de vida, este programa ha formado a 117 personas, 40 de las cuales desarrollan en estos momentos su papel de voluntario. De ellos, 23 realizan su labor con los enfermos oncológicos de este hospital, en el que han sido atendidos por estos voluntarios cerca de 5.000 pacientes ingresados en planta o el hospital de día desde mayo de 2005.

Bajo la tutela de las psicólogas Miriam Afel-lat y Lucía Vegas, coordinadoras del programa de voluntariado, estas cuatro voluntarias y el resto de sus compañeros han hecho de la solidaridad todo un arte. Si no, que le pregunten a Manuel Bru, Manolo para ellas, un joven paciente al que tienen entre algodones y con el que comparten su felicidad por la progresión que ha experimentado desde su entrada al hospital.

Encarnación Pulido tuvo que enfrentarse a un cáncer de mama hace un año. Con 56 años y una vitalidad que se le refleja en el rostro, Encarna decidió sumarse a la labor de estos voluntarios que ella conoció como paciente. "A mí me vino muy bien la compañía que me dieron en esos momentos. Las dos voluntarias que conocí me explicaron en qué consistía el programa y me animé. Hice el curso de preparación y hasta la fecha", relata Encarna, para quien lo más complicado de su labor es tratar con enfermos "muy jóvenes" y, como apuntan el resto de sus compañeras "regresar otro día y ver que falta alguien".

Pese a que están preparadas psicológicamente para afrontar los duros momentos que plantea esta enfermedad gracias a los cursos preparatorios que reciben, todas coinciden en que esos momentos de "ausencia" de algún enfermo son muy difíciles de sobrellevar. "Pero te recompones, porque estamos preparadas para ello y porque el resto de los enfermos te aportan tantas cosas positivas que ves que merece la pena seguir", señala Beatriz Bocos, una psicóloga de 23 años que se ha formado como voluntaria en el cuarto curso que este año ha impartido la fundación.

"Ellos te aportan más que lo que tu das", resalta María del Carmen Cabra de Luna, que a sus 59 años ha encontrado en el voluntariado la forma de sobreponerse a sus propios problemas de salud. "Nosotras sólo hablamos, les escuchamos, les hacemos compañía, tratamos de aliviar sus preocupaciones, pero ellos se entregan. Yo salgo del hospital muy satisfecha", añade. "Nos estamos reciclando constantemente y estamos muy arropadas por la fundación, con lo que nuestra labor no se hace difícil", apunta Nieves Pastor, una arquitecta con seis hijos que saca tiempo de donde sea para cumplir con sus horas de voluntariado. "A mí que no me diga la gente que es que no tiene tiempo para dedicárselo a otros, porque yo lo hago y encima me recompensa; me ha cambiado hasta el humor", dice entre risas esta voluntaria que se enteró de la existencia del equipo por la prensa y no dudó en llamar para apuntarse.

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