Reportaje:

El 'shah de Manhattan', entre rejas

El músico Tarik Ibn Osman Shah, acusado de colaborar con Al Qaeda

Era conocido como el shah de Manhattan. Tarik Shah, de 44 años, contrabajista de jazz, ha tocado junto a los más grandes artistas del género, incluyendo a las cantantes Betty Carter y Abbey Lincoln y el saxofonista Pharoah Sanders. Desde junio de 2005 está encerrado en una celda de aislamiento del Centro Correccional Metropolitano de Manhattan (Nueva York), a la espera de ser juzgado por colaboración con Al Qaeda.

Tarik se enfrenta a una sentencia de 15 años en el juicio, en el que también están procesados el doctor Rafiq Abdus Sabir, residente en Miami y amigo de Tarik Shah, un ...

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Era conocido como el shah de Manhattan. Tarik Shah, de 44 años, contrabajista de jazz, ha tocado junto a los más grandes artistas del género, incluyendo a las cantantes Betty Carter y Abbey Lincoln y el saxofonista Pharoah Sanders. Desde junio de 2005 está encerrado en una celda de aislamiento del Centro Correccional Metropolitano de Manhattan (Nueva York), a la espera de ser juzgado por colaboración con Al Qaeda.

Tarik se enfrenta a una sentencia de 15 años en el juicio, en el que también están procesados el doctor Rafiq Abdus Sabir, residente en Miami y amigo de Tarik Shah, un taxista y el propietario de una librería.

El mundo del jazz oscila entre la solidaridad y la desconfianza hacia el colega detenido

Tarik Ibn Osman Shah, alias Tarik Shah, Tarik Jenkins y Abu Musab, fue arrestado el 28 de junio de 2005 a raíz de unas cintas en las que supuestamente se le escucha negociando el envío de dinero a las células islamistas en Afganistán. El testimonio fue recogido durante los sucesivos encuentros que tuvieron lugar entre el músico y un agente del FBI que se hizo pasar por portavoz de la organización terrorista. Según la acusación, se puede escuchar al detenido jurando fidelidad a Osama Bin Laden y expresando su deseo de establecer un campo en Estados Unidos para el entrenamiento de los "hermanos" en el combate cuerpo a cuerpo. Tarik, quien se presentó ante el agente como un experto en artes marciales, fue grabado en vídeo mientras visitaba un depósito abandonado en Long Island, lugar donde se le acusa de planear la instalación de ese campo.

Salvo por sus visitas al juzgado, el antiguo jazzista apenas mantiene contacto con el mundo. Su único pasatiempo son las visitas de su hermano, Antoine Dowdell, a quien instruye en los fundamentos teóricos del jazz: "Sabemos que los guardas pueden escucharnos cuando nos ponemos a cantar, y probablemente pensarán que nos hemos vuelto locos o que estamos utilizando algún tipo de código". A Tarik sólo le está permitido usar papel y lápiz. Ningún tipo de instrumento musical.

Antoine sigue con su empleo como pianista los fines de semana en un restaurante kosher del East Village y trabaja sobre las partituras que Tarik compone en la celda. Espera presentarlas en concierto próximamente: "Es como si me estuviera enseñando todo lo que ya no puede tocar; yo toco para él, toco su dolor".

La comunidad jazzística se debate entre la desconfianza y la solidaridad con el colega caído en desgracia: "Resulta imposible creer que Tarik esté involucrado en algo así", dice Margaret Davis, editora de jazz. Para Howard Mandel, presidente de la Jazz Journalists Association, se trata de "un trabajador, no una estrella, y un ciudadano americano, y se supone que nuestra Constitución está para protegernos".

Desde el bando contrario, J. B. Spins, profesor de Economía del Jazz en la NYU School of Continuing and Professional Studies, se alinea junto a quienes consideran una mera tapadera el trabajo de Tarik como músico de jazz: "Si las acusaciones son ciertas, la comunidad del jazz debería sentirse traicionada. No sólo murieron 3.000 personas en el 11-S, también las consecuencias económicas para el jazz fueron graves. Muchos empleos musicales en restaurantes desaparecieron y los clubes de jazz se vaciaron".

Los sucesivos intentos de este periódico por entrevistar a Kamilah Jenkins, hermana del acusado y su portavoz, han resultado baldíos. Kamilah prefiere remitirse al comunicado oficial en el que se da cuenta de la decisión de aceptar la oferta del Gobierno rebajando la acusación de 30 a 15 años, a cambio de reconocer su culpabilidad en una de las dos acusaciones de conspiración. El caso sigue abierto en los foros en Internet (el texto de la querella está en www.wnbc.com/dow-load/2007/0402/11496311.pdf).

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