Elecciones presidenciales en Francia

Royal y Bayrou aprietan la pinza contra Sarkozy

Un debate televisado muestra que coinciden en las reformas pero discrepan en la economía

A una semana de la definitiva cita con las urnas, Ségolène Royal y François Bayrou apretaron un poco más la pinza sobre Nicolas Sarkozy. El debate entre la candidata socialista y el líder centrista, derrotado en la primera vuelta de las presidenciales francesas y cuyos votos son el objeto del deseo, escenificó que ambos comparten un modelo de sociedad. También mostró que discrepan en otras muchas cosas, especialmente en el papel del Estado en la economía.

Ni Bayrou anunció su apoyo a Royal en la segunda vuelta, ni ésta lo pretendía, pero la corriente de simpatía fue evidente. En cualqui...

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A una semana de la definitiva cita con las urnas, Ségolène Royal y François Bayrou apretaron un poco más la pinza sobre Nicolas Sarkozy. El debate entre la candidata socialista y el líder centrista, derrotado en la primera vuelta de las presidenciales francesas y cuyos votos son el objeto del deseo, escenificó que ambos comparten un modelo de sociedad. También mostró que discrepan en otras muchas cosas, especialmente en el papel del Estado en la economía.

La candidata socialista pareció robarle el discurso centrista a su contrincante
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Ni Bayrou anunció su apoyo a Royal en la segunda vuelta, ni ésta lo pretendía, pero la corriente de simpatía fue evidente. En cualquier caso, ante su debate del miércoles con Sarkozy, Royal dejó bien clara su fortaleza retórica y su capacidad para salir airosa en este tipo de escenarios.

El debate, celebrado en un céntrico hotel de París, vino envuelto en una dura polémica. Los 6,8 millones de votos obtenidos por el líder centrista hace una semana, le convierten en el objeto de deseo de los dos candidatos, que se disputarán el próximo domingo la presidencia. Royal le ofreció realizar un debate, mientras que Sarkozy insinuó que podría crear una corriente centrista en el seno de la Unión por un Movimiento Popular (UMP). Finalmente, Bayrou aceptó debatir; también con Sarkozy. Ella aceptó; Sarkozy, no.

A partir de ahí comenzaron las trifulcas. Los posibles foros donde debían encontrarse les cerraron las puertas. Royal y Bayrou acusaron al candidato de la derecha de "presionar" a las cadenas de televisión. Éste denunció ser víctima de un proceso estalinista. Al final ha sido una pequeña emisora, BFM, la que lo ha organizado y emitido. Nada más empezar, Bayrou insistió en sus acusaciones. El presentador negó haber recibido ninguna "llamada telefónica". "Míreme a los ojos y dígamelo", le espetó el líder centrista. "Sí que hubo llamadas", reconoció el periodista, "pero no diré de quién".

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Visto el resultado del encuentro de ayer, distendido, salpicado de gotas de humor, se comprende la oposición del candidato de la derecha a que se celebrara. Royal y Bayrou comparten una visión múltiple de la sociedad; el deseo de transformar las reglas de juego de la V República y establecer controles sobre todos los poderes, pero especialmente sobre el Ejecutivo, además de abrir el Legislativo y las instituciones a las fuerzas sociales. Frente a esta visión, Sarkozy ofrece una limpieza de la fachada del artefacto constitucional creado por el general Charles de Gaulle hace medio siglo.

Desde el primer momento, ambos dejaron claro que no buscaban adhesiones, sino aclarar a los franceses las similitudes y las discrepancias de sus programas. Bayrou repitió que no dará consignas y que tampoco decidirá por quién votará hasta que no escuche el debate entre los dos candidatos.

Royal pareció incluso robarle el discurso a Bayrou cuando aseguró (en obvia clave centrista) que el modelo político francés, que "enfrenta bloque contra bloque", no sirve para arreglar "los graves problemas del país". "Sólo una reforma de las instituciones puede desbloquear la situación", añadió. Propuso una reforma "a fondo" del Parlamento y acabar con la acumulación de mandatos de los diputados. Bayrou pidió que se dé paso al "pluralismo" que existe en todas las grandes democracias, que el Parlamento "haga su trabajo" y sugirió una ley que impida que los diputados voten en la Cámara sin estar presentes, una práctica habitual en Francia, donde la clase política acumula todo tipo de cargos y el Parlamento está casi siempre vacío. Un Legislativo más autónomo del Ejecutivo, coincidieron ambos, permitiría debatir las grandes reformas y evitar que las imponga el Gobierno de turno y luego las tenga que retirar ante la presión de la calle.

Las discrepancias surgieron en cuanto se entró en el terreno de la economía y, en especial, en torno al papel del Estado en la gestión del mercado de trabajo. Bayrou se mostró "en desacuerdo con la orientación económica" del programa de Royal e incluso comparó, en términos presupuestarios, las promesas de la candidata socialista y de Sarkozy. "También estoy en desacuerdo con la idea de que, dando dinero a un gran número de franceses, se va a reactivar la máquina, porque eso nunca ha funcionado", dijo en referencia a las múltiples subvenciones anunciadas por Royal. "Hacer creer a los franceses que el Estado lo puede arreglar todo, es un error".

Royal no entró al trapo. Y abrió una puerta a colaborar insinuando que su proyecto no es dogmático. Coincidieron, eso sí, sobre la necesidad de desbloquear el proceso de construcción europea, pero ambos consideran que es necesario un segundo referéndum sobre el texto que eventualmente reemplace el Tratado Constitucional que los franceses rechazaron hace dos años.

Chocaron sobre el papel del Banco Central Europeo. Royal, como Sarkozy, le culpa de las deslocalizaciones industriales y del desempleo por mantener un euro fuerte. Bayrou piensa que, con la sola excepción de la industria aeronáutica, la moneda fuerte es beneficiosa.

Ségolène Royal y François Bayrou se dan la mano antes de comenzar el debate en un hotel de París.AP

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