Crítica:

El hada triste

Roya Hakakian nació en Teherán en 1966, un año antes de que falleciera en un sospechoso accidente de coche Forug Farrojzad, la gran poeta persa perseguida por el sah Reza Pahlevi, a cuyos servicios secretos se acusó de haber segado su vida, y censurada por el régimen de los ayatolás, que sólo muy recientemente ha permitido la publicación, mutilada por razones de moralidad, de sus obras. Desde el exilio, una extraordinaria generación de mujeres iraníes ha tomado la antorcha de la lucha por las libertades de manos de Farrojzad: Azar Nafisi (Leer "Lolita" en Teherán es un libro deslumbrant...

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Roya Hakakian nació en Teherán en 1966, un año antes de que falleciera en un sospechoso accidente de coche Forug Farrojzad, la gran poeta persa perseguida por el sah Reza Pahlevi, a cuyos servicios secretos se acusó de haber segado su vida, y censurada por el régimen de los ayatolás, que sólo muy recientemente ha permitido la publicación, mutilada por razones de moralidad, de sus obras. Desde el exilio, una extraordinaria generación de mujeres iraníes ha tomado la antorcha de la lucha por las libertades de manos de Farrojzad: Azar Nafisi (Leer "Lolita" en Teherán es un libro deslumbrante, el testimonio de cómo la lectura puede salvar del odio implícito que las teocracias imponen a sus súbditos como estilo de vida), Shahrnush Parsipur (Mujeres sin hombres es el relato de cómo las mujeres pueden enfrentarse a los tabúes que les imponen los hombres y luchar por recuperar una dignidad que éstos les secuestran), Yasmin Crowther (La cocina del azafrán narra la pérdida de la tierra propia, y del alma propia, y el intento desesperado por recuperarlas), Marjane Satrapi (Persépolis es un clásico del cómic contemporáneo y una autobiografía en imágenes que denuncia el fanatismo islámico) y ahora Roya Hakakian. Menos Parsipur, todas lo hacen no en persa sino en inglés o francés, lenguas adoptivas que les permite una distancia crítica con el idioma de sus sojuzgadores y trazar una frontera entre lo que es el recuerdo, algo que se sienten en la obligación de transmitir, y lo que sería la reviviscencia, una experiencia demasiado dolorosa como para afrontarla desde la desnudez del idioma materno.

VIAJE DESDE LA TIERRA DEL NO

Roya Hakakian

Traducción de Albert Pejó

Icaria. Barcelona, 2007

231 páginas. 16 euros

Viaje desde la Tierra del No es las memorias de Roya Hakakian, la hija de un famoso poeta judío, durante su infancia y adolescencia en el Irán del sah, la revolución, a la que se sumó, contra éste, el advenimiento y el apogeo del imán Jomeini y por fin su exilio forzado por las circunstancias: si ser mujer ya era complicado en un contexto así, su condición de judía lo volvía algo peligrosísimo, casi imposible. Escrito con una conmovedora necesidad de optimismo (en la naturaleza humana, en la capacidad de las metáforas para limpiar las conciencias), es, sin embargo, contundente en su denuncia de la decepción que a muchos, y sobre todo a muchas, les supuso la sustitución de un modelo de intolerancia por otro. Y en cómo ese tránsito produjo víctimas, desolación, un desierto intelectual: la Tierra del No, en efecto, la tierra de la negación de la vida. Por todo esto, su valor político es muy alto, pero su valor literario también lo es: Viaje desde la Tierra del No es la obra de una escritora que ama las palabras tanto como las ideas, y que sabe que éstas han de estar bien contadas si quieren convertirse en alimento, en servir para algo más que quedar bien en un tratado o en un código.

Hakakian cita en su libro un poema de Forug Farrojzad en el que ésta habla de un hada triste que muere cada noche para renacer cada mañana, un hada triste que simboliza la opresión de las mujeres en un país que, con sus leyes medievales, las va expulsando hacia la muerte, el aislamiento o el exilio y a la que han robado la alegría y la magia de la libertad.

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