Reportaje:

El himno electrocutado

La Xunta celebra el centenario de 'Os Pinos' con música electrónica

Si don Pascual levantase la cabeza jamás regalaría una pluma de oro, el premio del certamen que presidió en 1890 para elegir una Marcha Rexional Galega, a algunos de los participantes en el acto de ayer.

El concierto con el que la Secretaría Xeral de Emigración homenajeó en Compostela, en el Auditorio de Galicia, al Himno Galego en su centenario oficial, pretendía dar una muestra del folclore que, al margen de la composición de Eduardo Pondal y Pascual Veiga, mantuvo viva la cultura gallega frente a las adversidades, pero fue más lejos sin quererlo. No sólo sirvió para rec...

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Si don Pascual levantase la cabeza jamás regalaría una pluma de oro, el premio del certamen que presidió en 1890 para elegir una Marcha Rexional Galega, a algunos de los participantes en el acto de ayer.

El concierto con el que la Secretaría Xeral de Emigración homenajeó en Compostela, en el Auditorio de Galicia, al Himno Galego en su centenario oficial, pretendía dar una muestra del folclore que, al margen de la composición de Eduardo Pondal y Pascual Veiga, mantuvo viva la cultura gallega frente a las adversidades, pero fue más lejos sin quererlo. No sólo sirvió para recrear el presente y el pasado musical, sino que de forma imprevisible terminó asistiendo al nacimiento de un nuevo grupo que tal vez represente un futuro aún lejano. Un futuro que nada tiene que ver con los gustos de aquellos bardos decimonónicos.

Los tiempos del acto estaban rigurosamente marcados en la pauta que manejaba la organización. La platea y el escenario aparecían envueltas en una brétema provocada por los técnicos que evocaba mejor que nada la saudade cuando irrumpió desde el fondo Suso Vaamonde interpretando la Marcha do Antigo Reino de Galicia. El que fue profesor durante una semana de los músicos que participaron en los Obradoiros para a Galicia Exterior -músicos gallegos o no, procentes de 16 países y 16 comunidades autónomas- atravesó sin tropezar, entre la bruma, la docena de metros que le separaban de la escena y cumplió a pies juntillas el horario del papel. En tres minutos dio paso a la presentadora, y luego en seis, cuando la niebla ya se había disipado, cubrieron con sus músicas los tramos que les tocaban Guadi Galego y Guillermo Fernández y Marcos Meléndrez y Gastón Rodríguez. Si la primera pareja interpretó los dos temas con más éxito de su proyecto Espido, el segundo dúo eligió tres tangos famosos y se despidió con Garufa.

Nada que el público no esperase hasta que la presentadora, la actriz gallega nacida en Bogotá Camila Bossa, se vio obligada a improvisar y anunció, sin mucha convicción, que el siguiente grupo que iba a saltar a las tablas se llamaba Telémaco. "Con todos vostedes..., Telémaco". Y el respetable, que tenía en la mano unas invitaciones en las que se decía que en ese momento aparecería sobre el escenario la Orquesta Safari, inundó el salón Mozart de murmullos, sin imaginar lo que se avecinaba porque la presentadora había hecho mutis por el foro sin dar explicaciones.

Ninguno allí fue consciente, a continuación, de que estaba asistiendo a un hecho histórico: la presentación en sociedad de un dúo que buscó un nombre de urgencia entre bambalinas cuando recibió la llamada del tercer integrante de Orquesta Safari. Poco antes del acto, el vocalista del trío excusaba su asistencia por un grave problema familiar, y sus dos compañeros, valientes y profesionales, sacaban pecho e improvisaban sobre la marcha dos temas desaforadamente electrónicos en los que se podía adivinar alguna voz galegofalante. Nada que ver con don Pascual, pero tampoco nada que ver con Guadi Galego. Está claro que estos chicos pagan a fin de mes mucho más a Fenosa que la cantante.

Así que chocó un poco, después de tanto voltio, que apareciesen de nuevo Vaamonde, con traje típico, y sus alumnos para cerrar el acto con una tradicionalísima versión del himno de Os Pinos.

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