MIRADOR

Una ley y algo más

La política es imprescindible, desde luego, para que las mujeres puedan avanzar hacia una igualdad de derechos realmente efectiva, como se puso de manifiesto en el II Encuentro España-África sobre Mujeres por un mundo mejor. La reunión en Madrid de varios cientos de mujeres, que ejercen un indiscutible liderazgo en diferentes ámbitos de la vida de un continente tan castigado como África, es un motivo de esperanza. Son mujeres enérgicas, que tienen claros sus objetivos y que afrontan las dificultades con un optimismo contagioso. Pero también son conscientes de las carencias que cercenan ...

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La política es imprescindible, desde luego, para que las mujeres puedan avanzar hacia una igualdad de derechos realmente efectiva, como se puso de manifiesto en el II Encuentro España-África sobre Mujeres por un mundo mejor. La reunión en Madrid de varios cientos de mujeres, que ejercen un indiscutible liderazgo en diferentes ámbitos de la vida de un continente tan castigado como África, es un motivo de esperanza. Son mujeres enérgicas, que tienen claros sus objetivos y que afrontan las dificultades con un optimismo contagioso. Pero también son conscientes de las carencias que cercenan su labor, especialmente en educación, salud y oportunidades laborales.

La reunión coincidió con la aprobación en el Senado de la Ley de Igualdad, una de las apuestas sociales de mayor calado del Gobierno de Rodríguez Zapatero, que incluye medidas tan importantes como la paridad en las listas electorales y en los nombramientos de cargos públicos.

La ley será sin duda un importante instrumento para avanzar, pero para alcanzar los cambios que se precisan en la vida cotidiana hará falta algo más. Las leyes son un requisito necesario pero no suficiente cuando se trata de vencer inercias empujadas por siglos de historia. Serán precisos cambios profundos no sólo en las mentalidades y los comportamientos, sino en la organización social del tiempo. Buena parte de los obstáculos que impiden que las mujeres ocupen puestos de responsabilidad en la sociedad se deben a la persistencia de hábitos sociales y estructuras organizativas que impiden la conciliación entre la vida laboral y familiar y que dificultan la satisfacción de necesidades emocionales elementales, como disponer de tiempo para uno mismo y para relacionarse de forma gratificante con los demás.

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