Memo recurre a la ironía en su segundo disco lleno de 'hardcore' melódico

La canción resulta uno de los vehículos más certeros para hacer llegar un mensaje a la sociedad. Con ella se puede llamar la atención y opinar sobre las cuestiones más trascendentes, incluso si se recurre al humor y a la ironía. Los componentes de Memo lo saben y esos son dos ingredientes fundamentales de Todo va bien (Lâbatelkuëyo-Elkar), un disco en el que ponen voz a historias sobre las restricciones religiosas, contrarias a muchos placeres terrenales, sobre los esfuerzos de muchos colegas por dar con una canción vendible y comercial, y sobre las consecuencias del urbanismo salvaje....

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La canción resulta uno de los vehículos más certeros para hacer llegar un mensaje a la sociedad. Con ella se puede llamar la atención y opinar sobre las cuestiones más trascendentes, incluso si se recurre al humor y a la ironía. Los componentes de Memo lo saben y esos son dos ingredientes fundamentales de Todo va bien (Lâbatelkuëyo-Elkar), un disco en el que ponen voz a historias sobre las restricciones religiosas, contrarias a muchos placeres terrenales, sobre los esfuerzos de muchos colegas por dar con una canción vendible y comercial, y sobre las consecuencias del urbanismo salvaje.

También recuerdan el televisivo destape de Sabrina, ocurrido hace 20 años en una gala de Nochevieja, y cuentan con la colaboración de miembros de Marea y Leihotikan a la hora de tocar su acelerado hardcore melódico, influenciado tanto por muchas bandas californianas de punk pop, tipo Green Day, como por La Polla Records.

Todo va bien es ya el segundo elepé del cuarteto pamplonés, que empezó a ensayar en 2003 y puso en circulación su primer álbum, Casi perfecto, un año después. Desde entonces ha experimentado cierta evolución. Su actual discográfica destaca que ahora enfoca su "gamberrismo musical", que remite en ocasiones a Toy Dolls, de una manera "más madura" que en ese estreno autoeditado.

Iñigo Coppel y Celsius 32

También han llegado recientemente a las tiendas los respectivos estrenos discográficos de Iñigo Coppel y Celsius 32. Coppel es un cantautor vizcaíno que, cuando hace un esfuerzo por recordar en qué momento y por qué empezó a escribir canciones, se remonta a su infancia y lo que ve es "a Joaquín Sabina cantando en la televisión, y también a Bob Dylan, y los vinilos de Bruce Springsteen". Ésas son tres referencias de un artista que ha debutado con Perdón por existir (Buffalo Records-Good Sounds), un álbum en el que predominan el rock americano y el rock and roll, lo que explica que fuera escogido como telonero en la última actuación de Joe Grushecky & The Houserockers en Bilbao.

En la canción Mi pacto con Satán asoman detalles rumberos que recuerdan a Los Rodríguez, la influencia de cantautores como Tom Petty resulta también evidente, como en el caso de su paisano Daniel Merino, y en el disco hay reiteradas alusiones a Tom Waits.

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Mientras, el quinteto vizcaíno Celsius 32 se ha estrenado con Alas (Baga-Biga Musika Ideiak), un compacto de regusto metal en el que ese sonido es atemperado por mantos de teclados y por la intención melódica del vocalista. Éste canta en castellano, se nota la influencia del hard rock y el resultado puede agradar a seguidores de bandas como Sôber, por ejemplo. Con anterioridad, el grupo sólo había publicado una maqueta de 16 temas, 12 de los cuales son los que forman ahora el repertorio de Alas.

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