Reportaje:

La ópera se los lleva de calle

Miles de madrileños acuden a tres conciertos al aire libre organizados por el Teatro Real

Dicen que para escuchar bien la ópera hay que sentarse de la octava fila hacia atrás, pero Eumelia Antón ha decidido plantarse en la primera. Con su chándal verde, la anciana coge la silla y la arrastra junto al escenario. "Es la primera vez que vengo a la ópera y quería verla bien cerca", dice. "¿Qué por qué no he estado antes? Es muy cara, ya sabe usted". Ha viajado de su pueblo, Fuentidueña de Tajo, a 60 kilómetros de Madrid, para pasar un sábado cultural y le ha salido muy barato.

El espectáculo de ayer fue al aire libre y gratuito para los miles de madrileños que se acercaron a la ...

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Dicen que para escuchar bien la ópera hay que sentarse de la octava fila hacia atrás, pero Eumelia Antón ha decidido plantarse en la primera. Con su chándal verde, la anciana coge la silla y la arrastra junto al escenario. "Es la primera vez que vengo a la ópera y quería verla bien cerca", dice. "¿Qué por qué no he estado antes? Es muy cara, ya sabe usted". Ha viajado de su pueblo, Fuentidueña de Tajo, a 60 kilómetros de Madrid, para pasar un sábado cultural y le ha salido muy barato.

El espectáculo de ayer fue al aire libre y gratuito para los miles de madrileños que se acercaron a la Plaza de Oriente a escuchar ópera. El Teatro Real organizó conciertos para festejar a un tiempo los 400 años del género y el décimo aniversario de su reapertura.

La ciudad festejó ayer el cuarto centenario del género y el décimo cumpleaños del Real
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Cuatro cantantes interpretaron piezas de Verdi, Bizet, Puccini, Donizzeti y Delibes en tres funciones de más de 50 minutos. "Queremos romper los muros del teatro y acercarlo a la gente", explica Miguel Muñiz, director del Teatro Real. Está entusiasmado con el numeroso público que rodea la plaza. "La gente cree que la ópera es cara y que se debe ir de gala, pero no necesariamente es así, debemos combatir esos mitos", añade.

La fórmula callejera ha funcionado. Más de 15 filas de personas contemplan de pie el primer espectáculo de la tarde a pesar del frío y de los nubarrones que amenazan con descargar. Un grupo de ocho figurantes reparte trípticos con el programa, que sirven para participar en el sorteo de entradas para otros espectáculos.

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Además de las tres funciones, una gran pantalla proyecta a lo largo del día óperas grabadas en escenarios de Bruselas, París, Roma o el propio Teatro Real, como El gato con botas, La Traviata, Tosca o Don Giovanni, entre otras.

"María, date la vuelta, que va a empezar la obra en el escenario", grita una mujer a otra que sigue mirando hacia la gran pantalla. Un niño se sube a la silla para ver mejor mientras se come el bocata. Hay un murmullo que se convierte en un gran silencio cuando entra el tenor Enrique Viana. Presenta el acto vestido de morado, porque "mejor ponerse morado que quedarse a medias", confiesa. Aplausos. Tras un monólogo humorístico sobre la ópera, "tan fresca a pesar de haber cumplido ya los 400", fue el que más autógrafos firmó. "Diviértanse, disfruten de la fiesta", ordena antes de bajar del escenario.

El barítono madrileño Federico Gallar, canta un fragmento de Don Carlo, de Verdi. Después sale la mezzosoprano valenciana Cristina Faus y se oye un "¡ooooh!" general cuando se quita el chal y deja al descubierto su traje de noche con pedrería. Durante unos instantes, la intérprete se convierte en la Carmen de Bizet. Él tenor Luis Dámaso le sigue con Donizetti y canta aquello de "una furtiva lácrima". En la carpa equipada como camerino, comenta tras la función que le ha resultado muy rígido actuar delante de un micro. "La lírica y los micrófonos no se llevan bien", reflexiona.

Todos los cantantes están preocupados por el efecto del frío en la voz. Pero la atención del público compensa. "No sé si han venido expresamente o se lo han encontrado por casualidad, pero los he visto entregados", dice la soprano Eliana Bayón. "Ha sido maravilloso, hay que repetirlo", añade el barítono. La larga cola de gente apilada junto a la carpa para saludarles le da la razón.

Dos figurantes vestidos de época recorren la plaza de Oriente entre los asistentes a las funciones de ópera en la calle.CRISTÓBAL MANUEL

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