Juicio por el mayor atentado en España

Rabei Osman, el memorioso

"Nadie había percibido el calor y la presión de la realidad tan infatigable como la que día y noche convergía sobre él", escribe Jorge Luis Borges en su conocido cuento sobre Ireneo Funes, aquel muchacho que tras sufrir un accidente desarrolla una potentísima memoria. Si en el abarrotado mundo de Funes, según narra Borges, no había sino detalles, inmediatos, en el de Rabei Osman, Mohamed El Egipcio, lo que hay es una versión contada ya en diciembre de 2004 ante el juez Juan del Olmo. Y su voluntad de repetirla.

Que un acusado sólo acepte declarar ante su abogado es una táctica mu...

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"Nadie había percibido el calor y la presión de la realidad tan infatigable como la que día y noche convergía sobre él", escribe Jorge Luis Borges en su conocido cuento sobre Ireneo Funes, aquel muchacho que tras sufrir un accidente desarrolla una potentísima memoria. Si en el abarrotado mundo de Funes, según narra Borges, no había sino detalles, inmediatos, en el de Rabei Osman, Mohamed El Egipcio, lo que hay es una versión contada ya en diciembre de 2004 ante el juez Juan del Olmo. Y su voluntad de repetirla.

Que un acusado sólo acepte declarar ante su abogado es una táctica muy ejercitada. Pero la secuencia de lo que ocurrió ayer quizá tenga algún interés.

Endika Zulueta, letrado de Osman, dijo en sus contactos con la prensa de la mañana de ayer que el misterio sobre si su cliente prestaría o no declaración se desvelaría, claro, al comenzar el juicio. Ya en la sala, el acusado dijo que no respondería a las preguntas, "incluso", añadió, a las de su letrado. Un conciliábulo de cinco minutos entre abogado y acusado persuadió a este último para que se sometiera a las preguntas del letrado. Antes, empero, se procedió a leer la declaración sumarial de Rabei Osman de diciembre de 2004.

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Bien. Y cuando se produce el interrogatorio, Rabei Osman repite, casi de memoria, ante un tribunal que lo advierte inmediatamente, lo que había declarado al juez instructor. El acusado niega su participación en el 11-M y rechaza haber tenido contactos con los autores del atentado para tal fin. No niega, por supuesto, su conocimiento con uno de los líderes, Serhane El Tunecino, a quien recuerda como su profesor de español en los alrededores de la mezquita de Estrecho.

Es interesante seguir el relato de Rabei Osman, por intérprete, a través de sus manos. Su mano derecha, de largos dedos, marca la cadencia de un discurso que enfatiza con golpecitos sorbe su regazo. La mano izquierda empuña el aparato de traducción simultánea y lo mueve hacia adelante y atrás como si se tratase de un control remoto. Sus grandes ojos están mirando al mundo con una concentración extraordinaria.

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Como Funes, Mohamed El Egipcio, al recitar de memoria su declaración de 2004, padece de hipermnesia. Su capacidad para retener y evocar hechos -aquéllos referidos a su servicio militar obligatorio en el Ejército egipcio, a su relación con su padre, a su trabajo como conductor de camión y autobús, a sus viajes por Europa- está fuera de toda duda. Quizá haya tenido el tiempo y la soledad en prisión para memorizar. Puede ser.

Pero he aquí que incluso cuando se trata de una declaración preparada con asistencia de letrado tanta capacidad para el detalle biográfico más lejano choca con la página casi vacía que ofrece sobre su vida más reciente, en los años 2003 y 2004, por ejemplo.

Sobre su voz nada se puede apreciar, sencillamente porque Rabei Osman se expresa a través de un intérprete de árabe. Y conocer su voz interesa. Porque una parte del material probatorio contra él son las grabaciones que la justicia italiana autorizó en su domicilio de Milán.

A Rabei Osman le empezaron a controlar por reclutar yihadistas para enviar a Irak. Y mira por dónde, tras escuchar las grabaciones y micrófonos instalados en su casa, salió su voz explicando cómo había organizado el atentado del 11-M.

El acusado negó en Milán, donde se le ha condenado, que su voz es la que reproduce las cintas.

Se supone que estas cintas se reproducirán en el juicio. Pero no es menos cierto que las pruebas acumuladas en la instrucción sumarial contra Rabei Osman exceden las cintas italianas.

Según el escrito de acusación de la fiscal Olga Sánchez, Rabei Osman recibió en su tarjeta de teléfono SIM española 0034653263295 un mensaje de bienvenida a Italia tras desplazarse a España el 1 de febrero de 2004, un mes y 10 días antes del atentado del 11-M. Fue precisamente después de su regreso de España, el 4 de febrero de 2004, que Rabei Osman activó en el servidor Yahoo el buzón de correo electrónico Kishkmohammed@yahoo.com, usado por él, y en cuyo formulario de solicitud colocó como su fecha de nacimiento el 11 de marzo de 1970. Y hay más conversaciones interceptadas.

La negación de los hechos por parte de Rabei Osman será, seguramente, el patrón de comportamiento de los demás 28 acusados. Será difícil que salgan elementos inculpatorios de peso a partir de las declaraciones testificales de los acusados. Por aquí no van los tiros.

La idea de que esto es un juicio a la americana donde el acusado se te desploma ante el interrogatorio de la fiscal es una ilusión. Los acusados de la matanza echarán balones fuera.

Pilar Manjón y El Egipcio.SCIAMMARELLA

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