Columna

Las verdades de María

A María Pérez Lacruz, La Jabalina de patronímico, la fusilaron a los 25 años por ponerse de parte de la legalidad republicana. Y es probable que el bebé que parió y le robaron en la cárcel aún ande por el mundo, y llegue a abandonarlo, sin conocer unos hechos destapados en el libro Una miliciana en la Columna de Hierro que acaba de editar la Universidad de Valencia. Su autor, Manuel Girona, periodista y ex alcalde de Sagunt y presidente de la Diputación de Valencia que ahora anda "recorriendo archivos y alimentando su memoria". Con tesón ha culminado esta importante investigación...

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A María Pérez Lacruz, La Jabalina de patronímico, la fusilaron a los 25 años por ponerse de parte de la legalidad republicana. Y es probable que el bebé que parió y le robaron en la cárcel aún ande por el mundo, y llegue a abandonarlo, sin conocer unos hechos destapados en el libro Una miliciana en la Columna de Hierro que acaba de editar la Universidad de Valencia. Su autor, Manuel Girona, periodista y ex alcalde de Sagunt y presidente de la Diputación de Valencia que ahora anda "recorriendo archivos y alimentando su memoria". Con tesón ha culminado esta importante investigación que nos arroja de bruces ante una de tantos miles de "verdades incómodas" y por tanto camufladas. Partiendo de la ciudad siderúrgica machacada por los Savoias de Mussolini, la peripecia de aquella joven nacida aragonesa pero emigrada de niña se inicia con su adscripción a las Juventudes Libertarias mientras sirve como doméstica, y sigue con una fugaz estancia en el frente. De Escandón viene a Valencia herida de gravedad, y en Sagunt colabora en la producción de armas para defender la democracia. Inmediatamente después del triunfo de El Movimiento Salvador (en palabras de uno de los capellanes que intervinieron en el caso) es detenida y humillada por las calles. Con este tipo de venganzas, como recoge Girona de las historiadoras aragonesas Ana Aguilera e Inmaculada Blasco, también se quería castigar, purificar y moralizar un comportamiento femenino "que no se ajustaba al esquema de género que la ideología del bando contrarrevolucionario sostenía". Pronto acusan a María "testigos" inspirados por el afán de medrar, el rencor (que su hermana Carmen interpretó incluso como venganza de algunos por expectativas sexuales frustradas) o hasta presionados por la tortura. Así, el sumario va engordando con documentos fechados en "Valencia del Cid" que describen "hechos probados" a cada cual más inverosímil. También se obtuvieron certificados en su defensa, pero por supuesto en el Consejo de Guerra pesarían más declaraciones de este calibre: "Ensalzaba en sus conversaciones la causa roja y denigraba la Nacional"; "por su condición de mujer no pudo apreciarse su ideología política antes del 18 de julio de 1936, aunque era de un carácter bastante libertino"; "dijo haberse comido la oreja de un sacerdote, profiriendo en muchos casos amenazas y frases duras contra elementos de derechas y de orden". Le atribuyeron andar por el pueblo con pistola y haber intervenido en asesinatos y la quema de la iglesia de Sarrión; hasta haber saltado allí sobre el cadáver de un mosén justo durante los días en que se puede documentar que permanecía ingresada en el hospital de Valencia. En el libro queda en evidencia la endeblez de las acusaciones de quienes decían haber escuchado que alguien había oído que...

En fin, tras mil tumbos y penalidades, en 1942 empujaron a María, y a otros obreros y obreras, contra la tapia del cementerio de Paterna. Allí falleció "a consecuencia de heridas penetrantes de pequeño proyectil, en cabeza y tórax, producidas por arma de fuego".

Mi amigo Girona da nombres y apellidos, de unos y otras, y con ellos se va conformando la verdad de la vida y la muerte de La Jabalina, a la que el Ayuntamiento de Sagunt ha acordado dedicar avenida, calle o plaza a propuesta de la Associació de dones Baladre.

Ahora leo que en Catalunya hay pendientes unas 1.000 beatificaciones de mártires de la "barbarie roja": así proclama su verdad una jerarquía eclesiástica que alentó con entusiasmo la rebelión y bendijo la masacre. Pero también hay grupos católicos en la Comissió de la Veritat que el sábado se constituía en Valencia en un acto masivo y emocionante. 70 años después, los nietos de los perdedores reclaman más indagaciones, pregonan sus certezas y reciben sólidos apoyos: "No es justo que unos estén en los altares y otros en las fosas" (E. Climent); "Es cuando no se habla cuando no se superan los problemas" (J. Semprún); "Sin verdad no se puede hacer justicia" (F. Frattini); "Sólo la verdad nos hará ciudadanos plenos y no súbditos" (F. Mayor Zaragoza). "La libertad está aquí para quedarse" (G. Jackson).

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