La lucha contra ETA

Esgrima, no

El paisaje político devastador, 14 días después del 30-D, ¿es obra del atentado terrorista? No. Las miserables ofertas y rebajas que han precedido las dos manifestaciones de hoy sólo han aflorado lo que había.

La lucha por el poder actual es más descarnada y destructiva. Pero es parte de la larga guerra electoral de desgaste que viene de lejos. Ha subido de tono ahora desde el podio mismo de los escombros bajo los cuales quedaron sepultadas las dos víctimas mortales inocentes.

Cuando Aznar supo el 28 de noviembre de 1999 que la banda terrorista rompía la tregua, comunicado median...

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El paisaje político devastador, 14 días después del 30-D, ¿es obra del atentado terrorista? No. Las miserables ofertas y rebajas que han precedido las dos manifestaciones de hoy sólo han aflorado lo que había.

La lucha por el poder actual es más descarnada y destructiva. Pero es parte de la larga guerra electoral de desgaste que viene de lejos. Ha subido de tono ahora desde el podio mismo de los escombros bajo los cuales quedaron sepultadas las dos víctimas mortales inocentes.

Cuando Aznar supo el 28 de noviembre de 1999 que la banda terrorista rompía la tregua, comunicado mediante, declaró: "ETA se equivoca de nuevo cuando desoye el clamor unánime de la sociedad en favor de la paz y de la convivencia pacífica". Y añadió: "El Gobierno ha hecho, hace y hará todo cuanto esté en su mano para buscar los caminos de una paz definitiva...". Aznar reivindicó su compromiso de "impulsar con toda determinación las iniciativas que condujeran al inicio de un proceso de paz".

El presidente Bush conoció la noticia del primer avión que se había incrustado en una de las Torres Gemelas antes de ingresar en una escuela de niños en Sarasota, Florida, poco antes de las nueve de la mañana, ya en clase de lectura supo del segundo avión que chocó con la otra torre. Sin embargo, permaneció en la escuela. A las nueve y media hizo su primera declaración. Era una tragedia nacional. EE UU, dijo, prevalecería sobre el terrorismo. Bush quedó, a juzgar por imágenes tomadas en la escuela, petrificado. A las ocho y media de la tarde, después de largas horas de ausencia, se dirigió durante cinco minutos al país. Farfulló algunas frases, titubeó e intentó calmar los ánimos. Quien dirigía todo, parecía, era Dick Cheney.

No fue hasta su discurso ante el Capitolio, el 20 de septiembre, cuando Bush se ganó a los norteamericanos, con un 91% de aprobación.

Zapatero transmitió el 30-D, a través de su movimiento corporal, un gran desconcierto y frustración. Un estado de shock. En lugar de recuperarse al pie del cañón, se retiró a Doñana, sólo para visitar la escena del crimen el 3 de enero. Mucha gente creía que Rubalcaba dirigía la orquesta.

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Bush invirtió nueve días para ensayar. Zapatero habrá tenido el próximo lunes 15 días.

La simetría de los extremos en las protestas de hoy -Batasuna-PP- le ayudará. Pero lo que se espera no es a un maestro de esgrima sino a un gobernante fuerte, directo y honesto.

Por cierto, ¿por qué debe considerarse, como dijo ayer María Teresa Fernández de la Vega, que el ministro Caldera representará hoy al Gobierno porque "está más cerca de las víctimas"? ¿No sería apropiado, tratándose de un atentado de ETA y no un asunto de inmigración que hoy la vicepresidenta acuda en nombre del presidente del Gobierno?

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