La ofensiva terrorista

Un trabajo lento, difícil y con poca posibilidad de éxito

"La esperanza es lo último que se pierde". Es lo que respondía a última hora del domingo Fernando Macías, jefe de guardia de los bomberos del Ayuntamiento de Madrid, cuando se le preguntó por la posibilidad de encontrar con vida a los dos ecuatorianos desaparecidos tras la explosión del sábado en el aparcamiento de la terminal 4 de Barajas.

No ha perdido la esperanza, pero Macías aseguraba que todas las opciones estaban abiertas: que los encuentren vivos, muertos o que nunca hallen ningún rastro de ellos. Un compañero suyo aportaba una visión más negativa: "Hay veces que ocurren cosas e...

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"La esperanza es lo último que se pierde". Es lo que respondía a última hora del domingo Fernando Macías, jefe de guardia de los bomberos del Ayuntamiento de Madrid, cuando se le preguntó por la posibilidad de encontrar con vida a los dos ecuatorianos desaparecidos tras la explosión del sábado en el aparcamiento de la terminal 4 de Barajas.

No ha perdido la esperanza, pero Macías aseguraba que todas las opciones estaban abiertas: que los encuentren vivos, muertos o que nunca hallen ningún rastro de ellos. Un compañero suyo aportaba una visión más negativa: "Hay veces que ocurren cosas excepcionales, pero lo normal es que si no murieron por la explosión, tantas horas encerrados ahí...". Y no quería terminar la frase.

Las condiciones en las que trabajan los 20 hombres, repartidos en tres dotaciones, son muy difíciles. "A la explosión hay que unir las calorías, que siempre pueden generar incendios, y las toneladas de escombros", explica Macías.

La unidad canina ayudó a los bomberos a buscar alguna pista que les llevara hasta los cuerpos de

Diego Armando Estacio o de Carlos Alonso Palate, los dos desaparecidos. A medianoche del domingo, los perros descansaban, pero a las cuatro de la tarde de ayer dos perros rastreadores de la Guardia Civil accedieron a la zona siniestrada, donde se retiraban los vehículos calcinados y los restos de hormigón, hierro y distintos materiales que formaban la estructura del estacionamiento, informa Efe.

Incendios reiniciados

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Los bomberos explicaban que una de las grandes dificultades era que en la tarde del domingo los incendios se reiniciaban continuamente. Los impermeabilizantes de la cubierta ajardinada del aparcamiento contribuían también a la propagación del fuego por el aparcamiento.

Otro de los problemas con los que tenían que lidiar era el riesgo de derrumbamiento y las dudas sobre si había más coches bomba que el que explosionó el sábado. Por este motivo, los trabajos de rescate tuvieron que ser interrumpidos el domingo en dos ocasiones.

Y, como colofón, la tercera dificultad venía de los huecos que quedaban entre los escombros. Macías informó de que un bombero resultó herido leve el domingo al caerse por uno estos espacios.

"Es peligroso porque te puedes colar en un sitio con muchas calorías, donde el aire es irrespirable y donde te puedes clavar los hierros", explica el jefe de guardia. Es lo que le ocurrió a su compañero, que se clavó unos metales en la rodilla.

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