Columna

El PP actualiza su modelo económico

La presentación de la Conferencia Nacional de Economía y Política Social del PP, que se celebrará durante la segunda parte de esta semana, no ha podido ser más estridente. Su responsable, Miguel Arias Cañete, ha asegurado que "el modelo económico de Solbes está agotado: ni se crece más, ni se crean más empleos, ni ha aumentado la productividad". Declaraciones tan alejadas de la realidad y faltas de matiz sólo sirven para devaluar la labor técnica de la oposición y alimentar delirios catastrofistas que casi nadie ve en el horizonte.

La cosa sería distinta si se pusiera el acento no en la...

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La presentación de la Conferencia Nacional de Economía y Política Social del PP, que se celebrará durante la segunda parte de esta semana, no ha podido ser más estridente. Su responsable, Miguel Arias Cañete, ha asegurado que "el modelo económico de Solbes está agotado: ni se crece más, ni se crean más empleos, ni ha aumentado la productividad". Declaraciones tan alejadas de la realidad y faltas de matiz sólo sirven para devaluar la labor técnica de la oposición y alimentar delirios catastrofistas que casi nadie ve en el horizonte.

La cosa sería distinta si se pusiera el acento no en la comparación entre lo obtenido en las dos legislaturas gubernamentales del PP y los dos años largos de Ejecutivo socialista (dada la fuerte continuidad en las políticas económicas de uno y otro periodo), sino en la distancia que existe entre la práctica de Gobierno y las promesas contenidas en el programa electoral socialista. Por ejemplo, acerca del crecimiento de la productividad.

Dos instituciones de naturaleza tan diferente como el Instituto Nacional de Estadística (INE) o el Banco de España acaban de proporcionar sus datos o sus análisis críticos sobre la política de innovación en España, que tanto tiene que ver con el incremento de la productividad. Por diferentes sendas matizan una cierta cultura de la satisfacción que se había instalado en las últimas semanas, en actos como la actualización del Programa Nacional de Reformas (PNR), y en las palabras del propio presidente de Gobierno en alguna conferencia empresarial. Según el INE, España superó en 2005 el 1,13% del PIB en gasto interno en investigación y desarrollo (con un incremento del 14% respecto a un año antes). Siendo este esfuerzo muy notable, el subdirector general de Estadísticas del INE, Fernando Cortina, declaró al presentar las cifras que, si se mantienen estos ritmos de crecimiento, España no alcanzará el objetivo fijado por el Ejecutivo (2% del PIB en el año 2010 para I+D) hasta el año 2015; para llegar a tiempo, el gasto debería crecer seis puntos más y mantenerse estable en torno a incrementos del 20% en tasa interanual.

Las apreciaciones del Banco de España, contenidas en su último Boletín Económico, dividen a los países europeos (UE-15) en tres grupos en relación al gasto medio en I+D: los rezagados (Grecia, Italia, España, Portugal e Irlanda), con valores comprendidos entre el 0,6% y el 1,1% del PIB; los intermedios (Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Holanda y Reino Unido), que están en torno al 2% (la media de la UE); y los más innovadores, que son Finlandia y Suecia, y cuyo gasto en I+D es superior al 3%, que es el objetivo de la UE en términos de esfuerzo inversor en I+D para 2010. El Servicio de Estudios del banco emisor explica que la economía española es una de las más atrasadas en cuanto a la formación continua del factor trabajo, a la regulación de los mercados de productos y a la disponibilidad de capital semilla, por lo que cabría concluir que el Programa Nacional de Reformas debería incidir no tanto en las políticas específicas para la innovación, sino más bien en el marco general en el que ésta se desarrolla.

El retraso de nuestro país en las políticas de innovación y en la inversión en I+D no es de ahora, sino que tiene más de una década. Los Gobiernos de Aznar dejaron a España en la zaga de todo lo relacionado con la productividad y con las variables contempladas en la Agenda de Lisboa. Ése fue uno de los puntos más débiles de la política económica popular, que tanto sirvió de bandera al PSOE en la campaña electoral de 2004. Además de devolver la pelota a los socialistas y denunciar la falta de resultados en cuanto al incremento de la productividad desde 2004, ahora que el PP va a actualizar su pensamiento económico sería oportuno conocer si hay alguna autocrítica de los años del dogma del déficit cero en el contexto de tipos de interés muy bajos, cuya principal consecuencia ha sido esa larga demora de nuestro país en lo referente a la sociedad del conocimiento. Por el momento, ni rastro de ello.

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