Infraestructuras como bandera política

La izquierda abertzale ha resucitado fantasmas del pasado con su declarada intención de abanderar la lucha contra el Tren de Alta Velocidad. Durante los años setenta se apropió de la bandera de la ecología y del movimiento antinuclear centrado en la oposición a la central de Lemóniz, y en la década siguiente capitalizó la resistencia contra la construcción de la autovía de Leizaran, que une Navarra con Guipúzcoa. En ambos casos, con la entrada en acción de ETA, que mató a cinco personas y causó importantes daños en ambas infraestructuras. Ahora pretende hacer suya la guerra contra la ...

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La izquierda abertzale ha resucitado fantasmas del pasado con su declarada intención de abanderar la lucha contra el Tren de Alta Velocidad. Durante los años setenta se apropió de la bandera de la ecología y del movimiento antinuclear centrado en la oposición a la central de Lemóniz, y en la década siguiente capitalizó la resistencia contra la construcción de la autovía de Leizaran, que une Navarra con Guipúzcoa. En ambos casos, con la entrada en acción de ETA, que mató a cinco personas y causó importantes daños en ambas infraestructuras. Ahora pretende hacer suya la guerra contra la Y vasca, un proyecto cuestionado también desde otros sectores políticos y sociales. En primer lugar, por un partido socio del Gobierno, Ezker Batua, que llegó a presentar una alternativa de trazado en forma de U, así como Aralar y Zutik y los sindicatos ELA, LAB y EHNE, además de diversos grupos ecologistas, que propugnan un "tren social".

La contestación a Lemóniz se produjo en plena transición. Las recién estrenadas autoridades autonómicas eran favorables a la central, pero su debilidad era también un hecho y el proyecto nunca se llevó a cabo. La promotora, Iberduero, desistió después de que ETA asesinase en 1981 al ingeniero jefe de la planta José María Ryan, que había sido secuestrado siete días antes.

Ecología en segundo plano

En todo caso, el conflicto ecológico-político más virulento fue el de la autovía de Leizaran, con la Administración vasca ya asentada y las fuerzas políticas democráticas unidas frente a ETA y Herri Batasuna en el Pacto de Ajuria Enea. La Coordinadora Anti-Autovía, nacida en 1985, que inicialmente se negaba de plano a la construcción de esta carretera acabó contentándose con un cambio testimonial del trazado aprobado por las instituciones guipuzcoanas. Eso sí, para entonces el debate ecologista había quedado en segundo plano por las acciones de ETA. La organización terrorista amenazó, extorsionó, atacó la maquinaria y las empresas que trabajaban en la construcción de la autovía y, mató a tres personas relacionadas con obras e hirió a otras nueve. El conflicto se zanjó cuando el PNV y el PSE aprobaron un nuevo trazado para el tramo guipuzcoano, negociado con HB.

Las protestas político-ambientales tuvieron un tercer episodio en el pantano navarro de Itoiz, aunque en este caso ETA se mantuvo al margen. Fueron otros grupos los que protagonizaron acciones espectaculares y sabotajes. El más sonado fue en 1996, cuando activistas de Solidarios con Itoiz cortaron las sirgas de acero que servían para construir el dique principal. Lograron así paralizar las obras durante un año y dejaron temporalmente sin empleo a más de 300 personas.

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