Reportaje:

Fun Club, el rock que no cesa

La sala de Sevilla, uno de los espacios de música en directo más antiguos de España, cumple 20 años

Hay que hacer un ejercicio de memoria para situarse en la Sevilla de 1987. Intentar recrear el panorama de musical de finales de los ochenta en la capital andaluza es un ejercicio, cuanto menos, rápido y también un poco triste.

Lo único que funcionaba era el programa Cita en Sevilla que organizaba el Ayuntamiento de la ciudad, sólo una vez al año, y, también anualmente, se celebraba el Festival de Jazz de la Universidad Hispalense. Pero, execptuando estas dos citas, las únicas notas que sonaban en Sevilla eran las de las bandas de Semana Santa. Tampoco había conciertos en los teatros po...

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Hay que hacer un ejercicio de memoria para situarse en la Sevilla de 1987. Intentar recrear el panorama de musical de finales de los ochenta en la capital andaluza es un ejercicio, cuanto menos, rápido y también un poco triste.

Lo único que funcionaba era el programa Cita en Sevilla que organizaba el Ayuntamiento de la ciudad, sólo una vez al año, y, también anualmente, se celebraba el Festival de Jazz de la Universidad Hispalense. Pero, execptuando estas dos citas, las únicas notas que sonaban en Sevilla eran las de las bandas de Semana Santa. Tampoco había conciertos en los teatros porque el único con programación estable era el Imperial, una sala privada en calle Sierpes que se dedicaba sólo al género dramático, y el teatro municipal Lope de Vega, que precisamente comenzó a funcionar de forma contínua esa temporada.

Los habituales del local no están encasillados por edades, ni por estilos musicales
"Durante estos años hemos trabajado de forma callada, sin pedirle nada a nadie"

Ese panorama tan poco propicio para crear aficionados a la música es del que partió Pepe Benavides en febrero de 1987, cuando decidió abrir una sala de rock para ofrecer conciertos en directo. El local, al que bautizó Fun Club, no se ha movido de su ubicación original, sigue abriendo de jueves a sábado en el número 86 de la Alameda de Hércules y durante estas 20 temporadas continúa fiel a su compromiso de ofrecer al menos dos conciertos semanales. Por el local han pasado Silvio, Lagartija Nick, Raimundo Amador, Javier Corcobado, Sex Museum, MCLAN o, más recientemente, los sonidos raperos de SFDK, o las primeras actuaciones de La Mala y El Cuervo.

"En Sevilla hemos sido los pioneros y creo que somos la sala más antigua de España. Por supuesto, había otras que abrieron antes pero no se han mantenido durante todo este tiempo", asegura Pepe Benavides, sevillano de 56 años que montó su primer bar con música a los 23 años en la zona del Arenal. "Era El Postigo, también de onda rockera, y después monté uno punkie, El Flash. Siempre he trabajado en el mundo de la música, cuando no tenía mi propio local pinchaba en las discotecas", recuerda Benavides, quien revela que el secreto del éxito del Fun Club es que vive "sin pedir subvenciones".

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"Durante estos 20 años hemos trabajado de forma callada, sin pedirle nada a nadie. Tan sólo hemos recibido ayudas de las Administraciones en dos ocasiones y para proyectos concretos. Fue para el disco que grabamos al cumplir los 15 años con un concierto de Josele Santiago -ex líder y compositor de Los Enemigos- y para el que vamos a editar ahora, por los 20, con la gente que ha pasado por aquí", comenta el propietario de la sala que tiene pensado sacar un millar de copias de este nuevo álbum y regalarlas.

"Lo hemos planteado como una obra promocional, que incluirá lo último que hayan grabado los que participen. Sólo Diego, el dj de la sala, y Dogo y Los Agujeros Negros van a componer un tema especial para la ocasión", explica Pepe Benavides, quien también revela el origen del nombre de la sala.

"Cuando estábamos preparando el local para abrirlo, que afortunadamente ya nos encontramos insonorizado, andaba mucho por aquí el batería de Dogo y Los Mercenarios y siempre decía fun para referirse a algo que se hace de inmediato. 'Llegas y fun, todo listo'. Me hacía gracia esa expresión inventada y bauticé así a la sala", recuerda. De forma que el nombre de la sala de conciertos no tiene nada que ver con la palabra inglesa fun, que significa diversión, y se pronuncia como se lee en español.

"Lo que hemos hecho durante todos estos años ha sido ofrecer a los artistas un espacio para expresarse, para que puedan soltar lo que llevan dentro. Se han producido, y se siguen produciendo, momentos mágicos entre el escenario y el público", dice Benavides, quien ya empezó a celebrar el 20 aniversario el pasado día 2 con un concierto de dos bandas sevillanas: Dogo y Los Agujeros Negro y Milkyway Express. Los habituales del Fun Club no están encasillados por edades, ni por estilos musicales. Por la sala -con capacidad para 300 personas- se mezclan los seguidores del hip hop de 18 años con los cuarentones que no quieren perder la sana costumbre de asistir a conciertos de rock en directo.

Benavides reflexiona sobre las razones que mantienen a la capital andaluza, una ciudad con casi un millón de habitantes, apartada de los circuitos internacionales de las grandes bandas. "Es un compedio de muchas cosas. Para empezar no hay promotores, ni empresarios que apuesten por la música. Tampoco los medios de comunicación educan al público para que sepa apreciarla y, por tanto, nunca hay público suficiente. Hasta ahora las instituciones han apoyado al teatro, al flamenco, a la música clásica, pero no al rock ni a otro tipo de músicas. Aunque parece que esto está cambiando, especialmente desde el Ayuntamiento", concluye.

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