Reportaje:

Holanda, de espaldas a Europa

Los votantes, que rechazaron la Constitución europea, ignoran a la UE en su campaña

Los holandeses acuden hoy a las urnas bajo la expectante mirada de Europa. Fueron los que más alto dijeron no a la Constitución europea, le dieron la puntilla y no están arrepentidos. Tampoco piensan en ello. Europa, su construcción y su futuro, ha sido la gran ausente de la campaña para las elecciones legislativas. El debate de hace año y medio dejó secuelas sobre las que nadie quiere volver: ni partidos ni ciudadanos. Sería peor, en especial para los políticos, que hicieran apología de la idea. La herida no ha cicatrizado y el recelo ante la Europa que viene goza de muy buena salud. E...

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Los holandeses acuden hoy a las urnas bajo la expectante mirada de Europa. Fueron los que más alto dijeron no a la Constitución europea, le dieron la puntilla y no están arrepentidos. Tampoco piensan en ello. Europa, su construcción y su futuro, ha sido la gran ausente de la campaña para las elecciones legislativas. El debate de hace año y medio dejó secuelas sobre las que nadie quiere volver: ni partidos ni ciudadanos. Sería peor, en especial para los políticos, que hicieran apología de la idea. La herida no ha cicatrizado y el recelo ante la Europa que viene goza de muy buena salud. El 61,5% de los holandeses que en junio de 2005 dijo no, sería hoy el 64%. La ampliación de la Unión Europea les ha descolocado.

Los partidos políticos han dejado al margen el debate europeo para no pillarse los dedos
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"Nadie va a votar pensando en Europa", aventura Jan Rood, director del Programa de Estudios Europeos de Clingendael, un centro de análisis político de La Haya, horas antes de acudir a las urnas. Rood ve que Europa no figura entre las prioridades de los holandeses, que en la campaña electoral han debatido sobre otros asuntos candentes: la educación, la sanidad, la Seguridad Social, la fiscalidad, las pensiones, la delincuencia, muy de refilón sobre la inmigración... "Europa es un asunto demasiado peligroso. Para los electores no es cuestión de interés inmediato y para los políticos es un asunto muy peligroso; si lo sacan pueden perder votos", explica Rood.

Nellie Kroes, la comisaria holandesa de Competencia, ha alertado infructuosamente a sus compatriotas sobre los riesgos de la pasividad. "Si no formáis parte del debate, otros van a decidir vuestro futuro", les ha dicho. Sólo el ministro de Asuntos Exteriores, Bernard Bot, un europeísta convencido, hizo recientemente su canto del cisne político al dar efímero protagonismo al asunto. Ofreció ideas, reveló cómo para los holandeses la UE es demasiado intervencionista, burocrática, falta de legitimidad y excesivamente dada a la ampliación. Lo que llegó a la opinión pública de su discurso fue, sobre todo, su recomendación de que en el inevitable futuro Tratado de la Unión no figuren la idea de que Europa debe tener una bandera y un himno. Tratado, dijo. Nada de Constitución. "La Constitución llevará a un superestado europeo. Y no queremos eso", apunta Marijke, una joven que pasea por La Haya. "¿Para qué, si no es un superestado, hace falta una Constitución?".

Curiosamente sus palabras son un calco de la octava de las ocho razones que el profesor Rood enumera para explicar el no holandés a la Constitución europea. La primera es la sensación ciudadana de que la ampliación se ha ido de la mano y de que la candidatura de Turquía es absolutamente innecesaria. "La UE se ha hecho demasiado grande, ya no es el club que fundamos. Qué tenemos en común con Rumania y mucho menos con Turquía. Éste no es mi club", dice Rood para dibujar el sentir popular. Los partidos, sin embargo, están a favor del ingreso, bien tasado y controlado, de Turquía, con la excepción de los extremistas de uno u otro flanco.

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Peter van Grinsven, un politólogo joven que ha trabajado para el Gobierno en cuestiones europeas y ahora se pasa a la iniciativa privada, hace notar que los tres grandes partidos holandeses, el socialdemócrata, el democristiano y el liberal, defendieron el a la Constitución y que los tres recibieron el revolcón de la opinión pública. Razón para no volver sobre ello. "Están tan escocidos que los liberales despachan el asunto con cuatro frases en un programa electoral de cinco páginas, mientras democristianos y socialdemócratas apenas le dedican una página entre las 90 de sus manifiestos", señala.

Tras el golpe de junio de 2005, los partidos insistieron por activa y por pasiva en la necesidad de debatir sobre Europa en todo tiempo y ocasión. Llegada la hora de la verdad, la de las elecciones, han optado por el silencio para no volverse a pillar los dedos. Sólo el Partido Socialista, un grupo de pasado radical al que los sondeos auguran espléndidos resultados, y que aspira a entrar en un hipotético Gobierno de izquierda, ha roto el silencio con un programa en el que tras reconocer en líneas generales los beneficios que para Holanda ha supuesto la UE, cree llegada la hora de frenar: ni ampliación, ni Constitución. A pesar de los recelos, el 70% de los holandeses piensa que su país debe estar en la UE. Van Grinsven pronostica que se empezará a discutir sobre la futura aportación holandesa al Tratado una vez se haya resuelto el enigma que hoy van a dejar las urnas.

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