Condenado a cadena perpetua el enfermero alemán que mató a 28 pacientes

La justicia alemana sentenció ayer a cadena perpetua a un enfermero de 28 años, autor de la mayor serie de asesinatos en la reciente historia del país. El condenado inyectó entre febrero de 2003 y julio de 2004 una solución letal a enfermos graves que estaban a su cargo. "Ninguno de los pacientes esperaba un ataque contra su vida", dijo el juez, Harry Rechner, al pronunciar el fallo.

La Audiencia Provincial de Kempten, en el sur de Alemania, condenó al enfermero Stephan L. a cadena perpetua por haber matado a 28 pacientes del hospital de la localidad bávara de Sonthofen, en el que traba...

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La justicia alemana sentenció ayer a cadena perpetua a un enfermero de 28 años, autor de la mayor serie de asesinatos en la reciente historia del país. El condenado inyectó entre febrero de 2003 y julio de 2004 una solución letal a enfermos graves que estaban a su cargo. "Ninguno de los pacientes esperaba un ataque contra su vida", dijo el juez, Harry Rechner, al pronunciar el fallo.

La Audiencia Provincial de Kempten, en el sur de Alemania, condenó al enfermero Stephan L. a cadena perpetua por haber matado a 28 pacientes del hospital de la localidad bávara de Sonthofen, en el que trabajaba. El llamado Ángel de los muertos asesinó a 12 pacientes, cometió homicidio en otros 15 casos y ocasionó la muerte a un paciente a petición de éste, concluyó el tribunal más de dos años después de conocerse los crímenes. "El acusado fue y es partidario de la eutanasia", explicó el juez, Harry Rechner, y señaló que "a lo sumo se interesa de manera superficial por el estado de salud de los pacientes".

La sentencia se basa en un análisis toxicológico y las confesiones de Stephan L. Las víctimas tenían entre 40 y 94 años y murieron a los 5 minutos de recibir una inyección letal preparada por el enfermero con una mezcla de barbitúricos, calmantes del dolor y sustancias que producen parálisis respiratoria.

Los crímenes se descubrieron en el verano de 2004 tras la desaparición de medicamentos en el hospital y la serie de muertes de pacientes. La policía encontró algunas de las ampollas en la casa de Stephan L. en Gunzesried, una aldea de 200 habitantes al pie de los Alpes, vecina a Sonthofen. El enfermero confesó entonces haber matado a más de 10 enfermos por "compasión y para ahorrarles mayores sufrimientos sin sentido".

Con el fin de aclarar las muertes y la desaparición de medicamentos, la policía ordenó la investigación de la muerte de 83 pacientes, y a continuación la exhumación de 42 cadáveres. Se encontraron en 29 de ellos huellas de los fármacos que utilizó el enfermero para poner fin a sus vidas. Los restos humanos de otras 38 personas no han sido analizados para probar la verdadera dimensión del crimen, porque sólo quedan cenizas.

El tribunal impide, además, a Stephan L. acogerse a la posibilidad de libertad condicional a causa de la "gravedad de su culpa". Ésta lo dejaría en libertad después de 15 años si se constatara buena conducta en prisión.

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