Crítica:COMER

Mesas para la sutileza en Valladolid

RAMIRO'S, la delicada cocina del joven 'chef' Jesús Ramiro

Sólo quienes conocen la trayectoria de sus artífices pueden entender el nivel que en poco tiempo ha alcanzado su cocina. En la planta décima del Museo de la Ciencia de Valladolid, el nuevo restaurante Ramiro's hace gala de una madurez insólita, como si su rodaje hubiera concluido antes de inaugurarse. Y todo gracias a un equipo joven que conoce perfectamente el oficio. Si a sus 25 años, Jesús Ramiro (hijo) ha ganado concursos y es capaz de elaborar platos de envergadura, es porque durante más de una década se ha formado junto a su padre, Jesús Ramiro Pastor, el cocinero más internacional de Va...

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Sólo quienes conocen la trayectoria de sus artífices pueden entender el nivel que en poco tiempo ha alcanzado su cocina. En la planta décima del Museo de la Ciencia de Valladolid, el nuevo restaurante Ramiro's hace gala de una madurez insólita, como si su rodaje hubiera concluido antes de inaugurarse. Y todo gracias a un equipo joven que conoce perfectamente el oficio. Si a sus 25 años, Jesús Ramiro (hijo) ha ganado concursos y es capaz de elaborar platos de envergadura, es porque durante más de una década se ha formado junto a su padre, Jesús Ramiro Pastor, el cocinero más internacional de Valladolid. Entre él y Raúl del Moral, otro joven con talento, estudian la aplicación de nuevas técnicas, afinan platos y depuran armonías. Los adjetivos que suscita su cocina (delicadeza, sutileza, refinamiento) parecen corresponder a recetas irremediablemente cursis. Nada más lejos. Hasta tal punto resulta elegante la dosificación que hacen de los aderezos, que, paradójicamente, para ensalzar sus recetas hay que recurrir a frases negativas. No se percibe el anís en la sopa de gallina que baña el rollito de calabacín relleno de espuma de erizo; apenas se nota la trufa en una ensalada de conejo con avellanas bastante agradable, y casi no se aprecia el toque del parmesano en la minipizza de langostinos, propuesta conseguida. Tampoco se detecta el queso de cabra en la exquisita paletilla de cordero lechal con amanitas, plato de sabores redondeados. Lo que en cualquier circunstancia podrían considerarse defectos graves, se convierten en virtudes extrañas. ¿No es cierto que en toda buena cocina, tradicional o creativa, los aliños deben realzar el ingrediente principal desde planos secundarios?

RAMIRO'S

Museo de la Ciencia. Avenida de Salamanca, s/n. Valladolid. Teléfono 983 27 68 98. Cierra los domingos. Menú, 45 euros. Entre 45 y 55 euros. Chicharro escabechado con torrija de uva, 12 euros. Merluza con espuma de salsa verde, 21 euros. Cochinillo con emulsión de alubiones, 17 euros. Espuma de chocolate blanco con café, 6 euros.

Pan ... 7

Café ... 8,5

Bodega ... 7,5

Ambiente ... 8

Servicio ... 7

Aseos ... 4

La decepción llega con el arroz negro de calamares, falto de carácter, carente de gusto a tinta y con exageradas notas lácteas. Y la reconciliación, con un delicioso bacalao con pisto que se abre en láminas níveas, cubierto de unas bolitas de grasa de jamón gelatinizadas que tampoco saben a nada, en este caso, un defecto reprobable.

El comedor de Ramiro's, en el Museo de la Ciencia de Valladolid (obra de un equipo encabezado por Rafael Moneo).MARTA CACHO

DETALLES DE CALIDAD

EL NUEVO Ramiro's, restaurante circular con vistas panorámicas, ocupa la planta más alta de la torre del Museo de la Ciencia. Un lugar para 35 comensales que un mes después de su inauguración disfruta de un éxito merecido. Dos cosas llaman la atención: la corrección de su puesta en escena y la calidad de los complementos, incluidos el pan y el café. Otro aspecto destacable es la bodega. Y no sólo por que la lista de vinos, presidida por marcas de Castilla y León, sea bastante completa e incorpore botellas rutilantes de Alemania, Francia e Italia, sino porque el tratamiento que recibe el vino por parte del sumiller Jesús Sanguino deja en evidencia profundos conocimientos. Su desparpajo llega tan lejos que en ocasiones recomienda cervezas negras (Grimbergen belga) con postres de chocolate, o se atreve a decantar las botellas de champán milesimadas. Algo semejante sucede con el servicio de sala, muy concienciado, que Álvaro Ribón dirige con acierto. Los postres, bastante sencillos, apenas mantienen el tipo. En la relación, un helado de queso de cabra con melocotón asado, tarta de queso fresco con frambuesas y un seductor pastel de chocolate con rosas.

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