Crítica:

Pilar Miró como símbolo

"Desconozco cómo me hubiera ido como señor Miró, pero dudo que alguien escribiera sobre mis calzoncillos". De este modo tan gráfico y tan valiente contestó Pilar Miró (Madrid, 1940) a una periodista tras ser absuelta la cineasta, en 1992, de un presunto delito de malversación de caudales públicos por compra de ropa. Ese proceso había sido un intento de linchamiento público por parte de los sectores más conservadores de la cultura -y por algunos de los supuestos progresistas- contra una mujer que había ocupado altos cargos durante la etapa socialista, primero como directora general de Cine y, m...

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"Desconozco cómo me hubiera ido como señor Miró, pero dudo que alguien escribiera sobre mis calzoncillos". De este modo tan gráfico y tan valiente contestó Pilar Miró (Madrid, 1940) a una periodista tras ser absuelta la cineasta, en 1992, de un presunto delito de malversación de caudales públicos por compra de ropa. Ese proceso había sido un intento de linchamiento público por parte de los sectores más conservadores de la cultura -y por algunos de los supuestos progresistas- contra una mujer que había ocupado altos cargos durante la etapa socialista, primero como directora general de Cine y, más tarde, como responsable de RTVE. La andanada, antes citada, contra las conductas machistas revelaba las trabas que encontró una de las españolas más poderosas de los años ochenta y parte de los noventa.

PILAR MIRÓ. NADIE ME ENSEÑÓ A VIVIR

Diego Galán

Plaza & Janés. Barcelona, 2006

398 páginas. 19 euros

Al igual que las pioneras de la época republicana fueron observadas con lupa y sus vidas criticadas en todo momento, de la misma forma una mayoría de la sociedad española de la transición no estaba preparada para encajar a alguien como Pilar Miró, una mujer independiente, antipática, brillante y con proyección social que estaba dispuesta a ejercer el poder a su manera. Idolatrada sin reservas por sus amigos y denostada sin tregua por sus numerosos enemigos, resultaba difícil acercarse a trazar el perfil de la directora de El crimen de Cuenca o El perro del hortelano. Se ha atrevido ahora el escritor y crítico de cine Diego Galán, que ha contado con el estímulo de Gonzalo, el hijo de la directora -que nunca reveló la identidad del padre-, y con los testimonios de mucha gente.

A pesar de las inexplicables

ausencias de una cronología y de una filmografía al final del libro, con esos valiosos mimbres, Galán se ha acercado a uno de los personajes femeninos más interesantes y controvertidos de la cultura española reciente. Advierte el autor al comienzo de la biografía que no se puede hablar de una sola Pilar Miró, sino de muchas pilares, y Diego Galán se dedica con empeño y con instrumentos fundamentales, como el diario personal de la cineasta, a desentrañar las caras de una mujer calificada de déspota y cruel por muchos de sus colaboradores y que, sin embargo, era capaz de gestos muy emotivos y tiernos con la gente que apreciaba. En suma, una española crecida sin amor en una familia autoritaria de la posguerra, a la que "nadie enseñó a vivir", como reza el subtítulo del libro, un símbolo de una generación que tuvo que vencer muchos obstáculos. Fue una mujer con poder en un mundo de hombres y por ello pagó un precio, según desvela esta biografía escrita en capítulos cortos y con un estilo muy periodístico.

Para mayor abundamiento, la amistad del autor del libro con Pilar Miró permite conocer detalles significativos no sólo de la trayectoria profesional de esta sobresaliente directora de cine y televisión, sino también de aspectos poco conocidos de sus militancias o sus historias amorosas. Quizá se eche en falta en esta biografía una mayor apertura del foco de su atención hacia la España que le tocó vivir a la Miró, un país que pasó de las miserias de la posguerra a esplendores más superficiales que verdaderos en sus 57 años. Porque la vida de Pilar Miró, y de tantas como ella, no puede entenderse sin esas enormes transformaciones. En cualquier caso, una biografía que invita a pensar sobre una de las españolas más destacadas de las últimas décadas.

Pilar Miró, durante el rodaje de 'Tu nombre envenena mis sueños' en 1996, un año antes de morir.

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