Murphy despidió la Mercè con un concierto de mucha altura

Este año la fiesta mayor barcelonesa alargó las actividades musicales con verdadero peso específico hasta el último día, una jornada habitualmente reservada para otros festejos de carácter más popular. Así, el lunes a última hora de la tarde la plaza de Catalunya vistió sus galas más rockeras para acoger uno de los mejores conciertos que esta Mercè nos ha deparado. Elliott Murphy ofreció una actuación redonda y altamente comunicativa.

Antes de que el viejo rockero tomara la plaza, en realidad a las 19.30, hora a la que estaba anunciado su concierto, el escenario fue ocupado por un peque...

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Este año la fiesta mayor barcelonesa alargó las actividades musicales con verdadero peso específico hasta el último día, una jornada habitualmente reservada para otros festejos de carácter más popular. Así, el lunes a última hora de la tarde la plaza de Catalunya vistió sus galas más rockeras para acoger uno de los mejores conciertos que esta Mercè nos ha deparado. Elliott Murphy ofreció una actuación redonda y altamente comunicativa.

Antes de que el viejo rockero tomara la plaza, en realidad a las 19.30, hora a la que estaba anunciado su concierto, el escenario fue ocupado por un pequeño acto testimonial a favor del Unicef. Habló el nuevo alcalde barcelonés, Jordi Hereu, y también el futbolista Samuel Eto'o, que recordó a los niños encerrados en las cárceles de su país. Coronando el acto, Elliott Murphy, impecablemente vestido de blanco y con su eterno sombrerito negro, apareció en el escenario con un manojo de globos rojos en forma de corazón que intentó lanzar al aire, pero sólo consiguió que uno sobrepasara el alerón del escenario. Eso sí, el globo en cuestión se llevó una buena ovación de todos los presentes.

El público, que prácticamente llenaba el centro de la plaza, era de los más heterogéneo que puedan imaginarse: desde viejos seguidores del rockero neoyorquino (se identificaban fácilmente por las camisetas y el entusiasmo) hasta familias con niños, jubilados curiosos y un buen número de turistas con pinta de despistados que probablemente pasaban por allí por casualidad pero se vieron atrapados por el ritmo del escenario, un ritmo caliente y con las raíces bien clavadas en la tierra que lo llenó todo de principio a final.

A diferencia de otras actuaciones recientes de Murphy, su música sonó en la plaza de Catalunya mucho mas abierta y contagiosa, más apta para todos lo públicos. En ese punto influyó mucho la presencia de un cuarteto acompañante de altos vuelos (por regla general Murphy suele actuar en solitario o acompañado de otro músico). Rock potente e interpretado con brío y decisión por uno de los personajes más entrañables de las catacumbas rockeras. Fue una magnífica idea sacarle a la luz pública coronando una fiesta mayor.

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