Reportaje:

Escuelas 'cum laude'

Carácter internacional, flexibilidad y calidad del profesorado, claves del éxito de centros españoles como IESE, Esade e Instituto de Empresa

El profesor de Estrategia Empresarial Jordi Brunat, de la escuela de negocios Esade, ha convertido la clase de hoy en un gran mercado. Los estudiantes han sido repartidos en grupos. Cada equipo es una empresa. A los 45 chicos y chicas, que proceden de 17 países diferentes, se les ve enfrascados inventando estrategias, ideando nuevos productos y tecnologías,

diseñando su propia publicidad y haciendo sus cuentas. Un segundo profesor simula ser un banco. Otro les vende sus servicios como consultor. Hoy es lunes y quedan cinco días para que cada grupo tenga que defender sus resultados ante ...

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El profesor de Estrategia Empresarial Jordi Brunat, de la escuela de negocios Esade, ha convertido la clase de hoy en un gran mercado. Los estudiantes han sido repartidos en grupos. Cada equipo es una empresa. A los 45 chicos y chicas, que proceden de 17 países diferentes, se les ve enfrascados inventando estrategias, ideando nuevos productos y tecnologías,

diseñando su propia publicidad y haciendo sus cuentas. Un segundo profesor simula ser un banco. Otro les vende sus servicios como consultor. Hoy es lunes y quedan cinco días para que cada grupo tenga que defender sus resultados ante la junta de accionistas de la empresa, que será la clase entera. Todos quieren ganar.

Metodologías como ésta, que se basa en "aprender haciendo", suponen un vuelco en las técnicas de la enseñanza y han ayudado a que Esade figure entre las mejores escuelas de negocios del mundo. La mejor, según la opinión de The Wall Street Journal, tras encuestar a más de 4.000 empresas que contratan a jóvenes graduados con un master en administración de empresas. Los llamados MBA, por sus siglas en inglés, son cursos de postgrado que enseñan a los estudiantes a dirigir una empresa.

Dos pasos por delante, las escuelas han acompañado la evolución de las empresas españolas
Esade saca pecho tras ser distinguida como mejor escuela del mundo por TWST

Esade, junto a IESE (Universidad de Navarra) y el Instituto de Empresa (IE), despuntan en la mayoría de listados internacionales de escuelas de negocios. En 2005, IESE fue declarada la mejor del mundo por el semanario The Economist. Las tres instituciones, cada una con su personalidad y con su propio mercado, figuran entre las siete primeras en la clasificación europea del Financial Times (FT).

Su éxito contrasta con una realidad: España, octava economía del mundo según el Banco Mundial (BM), arrastra graves deficiencias en su sistema educativo, de la enseñanza primaria a la universidad. Y los últimos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han arrojado aún más luz sobre el problema del fracaso escolar y la insuficiente inversión pública en educación.

¿Cómo se explica esta paradoja? Las escuelas tienen claro que su éxito no es algo improvisado y argumentan que en buena parte se debe a cómo fueron concebidas. IESE y Esade fueron impulsadas por organizaciones religiosas potentes como el Opus Dei y la Compañía de Jesús a finales de los cincuenta, a las puertas del Plan de Estabilización que en 1959 empezó a abrir la economía española. Ya entonces, sus fundadores se olieron que la internacionalización no tendría vuelta atrás.

"Antonio Valero, fundador de IESE, ya pensaba en el mapa del mundo", explica Francisco Iniesta, director general asociado del campus de esta escuela en Madrid. Esade, por su parte, surgió cuando un grupo de empresarios avispados vio el momento de inflexión económica y pidió a los jesuitas, de reconocida tradición pedagógica, que inventaran. Y éstos se marcharon a ver qué se hacía en EE UU.

"A partir de aquí, las escuelas han ido acompañando al tejido empresarial español en su progresivo proceso de apertura", reflexiona Carlos Losada, director general de Esade. A medida que las empresas españolas han ido tomando músculo y tenido que competir con rivales extranjeros, han necesitado cuadros ejecutivos formados y con mentalidad internacional.

No es casualidad que fuera en los setenta, en la antesala del ingreso de España al club comunitario -cuando se creó, esta vez en Madrid, el Instituto de Empresa- , cuando las escuelas iniciaron su expansión internacional. Menos casual aún es que este proceso, que se ha robustecido con alianzas con escuelas de prestigio de otros países, se acelerara en los ochenta, cuando se produjo ya la integración en Europa.

Esta mentalidad global es uno de los aspectos que atrae a alumnos de todo el mundo. "Oí hablar de Esade a un exalumno y me llamó la atención su aroma internacional y su diversidad", dice Michael Cooper, geógrafo estadounidense de 31 años que estudia su MBA en Barcelona. "Yo quería vivir en Suiza y quería estudiar en Europa. Aquí puedo mezclarme con todas las culturas... excepto el día del fútbol", se ríe. La globalización también favorece las escuelas españolas. Muchos estudiantes quieren dominar el castellano. "Una ventaja clara sobre la universidad pública es que esto es muy pequeñito. Es más fácil conseguir la innovación en este entorno. No podemos ser más de 110 profesores", apunta Alfred Vernis, profesor de Ciencias Sociales de Esade. Vernis también sugiere que los profesores de los distintos departamentos aplican lo que se aprende en clase: trabajan juntos, "algo más difícil de ver en la pública".

Desde el Instituto de Empresa (IE), Gonzalo Garland, director de Relaciones Externas, insiste en que lo fundamental de estas escuelas privadas es eso, que son privadas: "La no intervención del Estado ha sido y es fundamental. ¿Por qué? Por la flexibilidad. Las empresas necesitan que las escuelas sepan formar a sus directivos en un entorno económico que cada vez cambia más deprisa. La flexibilidad, que con mucha regulación es imposible, te da dinamismo y te permite adaptarte a las necesidades de las empresas". Las escuelas van por delante. "Cuando las empresas sentían terror ante la caída de fronteras en Europa, las escuelas las espoleaban a conquistar nuevos mercados. Es lo que ocurre ahora con el mismo miedo a la globalización", recuerda Losada.

"Yo aprendí una forma de pensar, una fidelidad a la compañía y al trabajo en equipo, pero también a dejar que la gente probara cosas en un entorno cambiante. Por eso pienso que, por arriesgar, se debe permitir que algunas veces la gente se equivoque", opina Ignasi Ferrer, director general del grupo de restauración de comida rápida de Agrolimen Eat Out (Pans & Company o Bocatta). Ferrer, MBA de Esade en 1992, busca a colaboradores "afines". Cuatro de los siete miembros de su comité de dirección son de la misma escuela.

IESE destaca, por su parte, que lo que capta a los estudiantes y a empresas con necesidades de contratación de directivos es la propia naturaleza de su programa MBA, con similitudes con London Business School (LBS) y de 19 meses de duración. "Aquí se intenta ir más allá de aprender contabilidad o finanzas u otra materia. Todos nuestros programas están enfocados a cómo desempeñar una dirección general, y con perspectiva humanista", explica Iniesta. De ahí que IESE haya hecho suyo el llamado método del caso, un caso real que le ha ocurrido a una empresa y cuyo análisis en solitario y en grupo desarrolla gran capacidad analítica y de trabajo en equipo.

La inversión en profesores, que para serlo suelen formarse durante 10-12 años, también es clave. Todos son doctorados en las mejores universidades del mundo. Las escuelas, que en total mueven unos 500 millones de euros al año, reconocen que sus MBA son caros. Cuestan entre 40.000 y 59.000 euros, cifra que para un extranjero puede dispararse a 130.000 euros por el coste de vivir en otro país uno o dos años y que explica los acuerdos con bancos y cajas que dan créditos a los alumnos. Pero una cosa es el precio y otra los costes. "¡Nuestros costes son competitivos con la universidad pública!", espeta Carlos Losada.

Tres estudiantes se dirigen a clase en la sede de la escuela de negocios Esade en Barcelona.CONSUELO BAUTISTA

Los españoles prefieren el IESE

A menudo, no se les llama estudiantes, sino "participantes". La denominación tiene que ver con una actitud activa que entierre la imagen tradicional del alumno sentado en clase escribiendo al dictado de un profesor.

Pues bien. Los "participantes" de los masters en Administración de Empresas, cuando deben pasar el test GMAT (el examen de acceso común a la mayoría de escuelas de negocios del mundo), expresan sus preferencias sobre las escuelas en donde desearían formarse.

Hace cinco años, la escuela por la que más estudiantes suspiraban era la francesa Insead, seguida de la española IESE y de la mítica Harvard. La única española que aparecía entre las 10 instituciones con mayor puntuación, además de IESE, era el Instituto de Empresa (IE), en el noveno lugar.

Sin embargo, los últimos datos disponibles, correspondientes a 2005, han modificado el panorama. La primera escuela de la lista es el IESE, que desplaza a Insead a un segundo lugar. Esade se ha hecho un puesto entre las 10 primeras y el IE se mantiene en este grupo selecto, como la décima. De esta lista forman parte también las americanas Harvard, Columbia, Stanford, MIT y Pennsylvania y la británica London Business School.

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