LLEIDA | Los efectos de los fenómenos atmosféricos sobre el territorio

Pocos problemas con el agua

La provincia de Lleida es muy seca desde el punto de vista pluviométrico, principalmente en las comarcas del llano, y desde hace al menos dos décadas las precipitaciones no han ocasionado grandes problemas en el territorio a pesar de estar surcado de norte a sur por tres ríos caudalosos que en época de lluvias torrenciales son propensos a desbordarse.

La ciudad de Lleida ha sufrido históricas avenidas del Segre desde época romana y todas ellas dejaron huellas en la geografía del valle.

Una de las últimas riadas que se recuerdan, de dimensiones y consecuencias catastróficas, se r...

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La provincia de Lleida es muy seca desde el punto de vista pluviométrico, principalmente en las comarcas del llano, y desde hace al menos dos décadas las precipitaciones no han ocasionado grandes problemas en el territorio a pesar de estar surcado de norte a sur por tres ríos caudalosos que en época de lluvias torrenciales son propensos a desbordarse.

La ciudad de Lleida ha sufrido históricas avenidas del Segre desde época romana y todas ellas dejaron huellas en la geografía del valle.

Una de las últimas riadas que se recuerdan, de dimensiones y consecuencias catastróficas, se registró hace ya 24 años. El Segre, donde también desaguan los caudalosos ríos pirenaicos Noguera Ribagorçana y el Noguera Pallaressa, no pudo absorber la gran cantidad de agua que durante varias horas cayó en los valles pirenaicos y se desbordó a su paso por diversos núcleos urbanos, entre ellos los de La Seu d'Urgell, Balaguer y Lleida. El agua provocó cuantiosos daños al anegar barrios enteros y miles de hectáreas de cultivos.

Aquel episodio sirvió para que las administraciones tomaran conciencia del problema y decidieran adoptar algunas medidas que con el tiempo han resultado ser del todo eficaces para erradicar las inundaciones. De hecho, desde noviembre de 1982, Lleida, Balaguer y La Seu no han vuelto a vivir bajo la amenaza de una riada descontrolada.

Las tres ciudades aprovecharon los destrozos de la última gran riada para acometer importantes transformaciones urbanísticas en el entorno del Segre, que fue canalizado e integrado en la trama urbana de cada una de las poblaciones

Otra obra de capital importancia para regular el curso de este río y acabar con las salidas de madre fue la construcción de la presa de Rialb, en la comarca de la Noguera. De manera que en la actualidad, con la canalización del Segre y con el pantano a pleno rendimiento, sería poco probable que se repitiera una avenida como la de 1982.

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