Elche se resigna a convivir con la plaga del insecto que ha destruido 3.500 palmeras

Casi un año después de la detección en Elche de la plaga del Rhynchophorus ferrugineus o picudo rojo, el insecto ha provocado en este tiempo la destrucción de 3.500 palmeras infestadas y la creación de todo un sistema de vigilancia y detección para evitar su entrada en el palmeral histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Sanidad Vegetal y el Ayuntamiento luchan contra esta amenaza, pero el concejal de Medio Ambiente, Emilio Doménech, reconoció ayer que "habrá que aprender a convivir con el picudo", en referencia a la dificultad para su erradicación absoluta. Aún as...

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Casi un año después de la detección en Elche de la plaga del Rhynchophorus ferrugineus o picudo rojo, el insecto ha provocado en este tiempo la destrucción de 3.500 palmeras infestadas y la creación de todo un sistema de vigilancia y detección para evitar su entrada en el palmeral histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Sanidad Vegetal y el Ayuntamiento luchan contra esta amenaza, pero el concejal de Medio Ambiente, Emilio Doménech, reconoció ayer que "habrá que aprender a convivir con el picudo", en referencia a la dificultad para su erradicación absoluta. Aún así, la plaga parece estar controlada y el calor no ha tenido los efectos arrasadores que los expertos temían al principio.

En la Comunidad Valenciana se ha detectado la plaga en varias localidades desde que entró por primera vez hace dos años. En Elche está declarada en las pedanías de Matola, Valverde, Daimés y Las Bayas. En el casco urbano y los huertos que rodean la ciudad no se ha detectado, aunque en ocasiones han saltado las alarmas por la presencia de algún insecto próximo. El picudo rojo es una plaga originaria de Egipto y todo apunta a que llegó a través de palmeras de importación ilegal que no pasaron los controles fitosanitarios y los períodos legales de cuarentena.

La lucha contra la plaga se desarrolla en varios frentes. La prevención, a través de fumigaciones masivas e inspecciones regulares; la erradicación, mediante trampas, destrucción de palmeras y otros sistemas en experimentación; y la investigación, desde la Estación Phoenix en Elche y la Universidad Miguel Hernández, que intentan desarrollar un sistema que acabe con el picudo.

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