Los cuatro miembros de la familia herida en Laredo siguen muy graves

El estado de los hijos, de ocho y cuatro años, preocupa a los médicos

El estado de salud de la familia de Getxo herida en la explosión de gas de Laredo el jueves no es nada esperanzador. El pronóstico de los dos niños es muy grave y el de sus padres, grave. Todos sufren quemaduras de segundo y tercer grado en al menos el 40% de su cuerpo. La Policía Judicial sigue investigando las causas del accidente. Vecinos y familiares insistieron ayer en críticar las deficiencias de los servicios de rescate.

A pesar de su corta edad, Raquel y Roberto están echando ya su primer pulso a la vida. Su situación es preocupante. También lo es la de sus padres. Todos present...

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El estado de salud de la familia de Getxo herida en la explosión de gas de Laredo el jueves no es nada esperanzador. El pronóstico de los dos niños es muy grave y el de sus padres, grave. Todos sufren quemaduras de segundo y tercer grado en al menos el 40% de su cuerpo. La Policía Judicial sigue investigando las causas del accidente. Vecinos y familiares insistieron ayer en críticar las deficiencias de los servicios de rescate.

A pesar de su corta edad, Raquel y Roberto están echando ya su primer pulso a la vida. Su situación es preocupante. También lo es la de sus padres. Todos presentan quemaduras profundas en casi la mitad de su cuerpo y continúan necesitando ventilación mecánica, según el parte médico que emitió ayer por la mañana el hospital de Cruces. La familia era la propietaria de la vivienda en la que se produjo la explosión de gas propano que causó el jueves cinco muertos en un edificio de Laredo.

El cuadro clínico que presentan es similar al de un día antes. El director del hospital, Julen Ballestero, aseguró que no se podía determinar si los heridos han mejorado "en un 5 o un 10%" en tan poco tiempo. Lo normal en estos casos es que pasen 48 horas para ver cómo evolucionan quemaduras tan profundas. El pronóstico vital, insistió Ballestero, es de "severa gravedad". En Laredo, la única persona que permanecía hospitalizada, una mujer de avanzada edad, recibió ayer el alta médica y pudo reunirse con el resto de su familia, que tuvo que ser realojada en unos apartamentos de la villa cántabra. En total, fueron doce las personas que tuvieron que dejar sus casas al estar afectadas por la explosión. Fuentes municipales preveían que algunas podrían volver ayer tarde a sus domicilios, aunque no supieron determinar cuántas.

La Guardia Civil, en labores de policía judicial, continúa investigando las causas de la explosión del jueves en el edificio 2 de la residencia Jai Alai, aunque todos los indicios apuntan a una fuga de gas propano en la cocina de la vivienda del segundo piso. La localidad cántabra intentaba recuperar ayer la normalidad después del siniestro. Era día festivo en Cantabria y mucha gente acudió a pasar el día a Laredo. Los vecinos y los familiares de las víctimas mortales no podían olvidar, sin embargo, lo que sucedió la madrugada anterior. Si algo se repitió ayer fueron las quejas de estas personas sobre las condiciones en que se produjo el rescate de los vecinos. Insisten en que los bomberos no comenzaron a lanzar agua hasta pasada casi una hora de su llegada al lugar y que los medios no fueron los apropiados. Uno de los nietos de Emilia Ballestero, la mujer de 93 años que murió en el edificio, aseguró ante los periodistas que hubo vecinos que vieron a su abuela viva tras la ventana del baño donde murió asfixiada junto a su cuidadora y un matrimonio de Bilbao y su hija. El nieto de la anciana dio a entender que los bomberos, viendo que el fuego crecía y teniendo en cuenta sus escasos medios, prefirieron aguardar a los refuerzos y no entrar en el piso.

Los funerales de cuatro de los fallecidos se celebraron ayer en Getxo y en Bilbao. El cadáver de la mujer boliviana permanecía en el tanatorio de Santander. Fuentes de la funeraria La Montañesa indicaron que un familiar, al parecer su marido, había contactado con ellos interesado en repatriar el cuerpo. La decisión final, sin embargo, la tomará el hijo de la fallecida, que tenía previsto viajar a España.

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