Inteligencia infantil

De entre la habitual carroña para niños desde (más o menos) siete hasta 15 años que se estrena cada semana, Pequeños salvajes se alza por encima de la media gracias al dibujo de sus personajes protagonistas, chicos inteligentes que se expresan a través de diálogos con enjundia más allá de su cotidianidad, con intencionalidad, con sentido del humor y, casi lo más importante, basándose en oraciones que incluyen un sujeto, un verbo y un predicado, algo que no siempre se cumple ni en el cine ni en la vida.

La obligatoriedad del triunfo a toda costa se sustituye aquí por un natural se...

De entre la habitual carroña para niños desde (más o menos) siete hasta 15 años que se estrena cada semana, Pequeños salvajes se alza por encima de la media gracias al dibujo de sus personajes protagonistas, chicos inteligentes que se expresan a través de diálogos con enjundia más allá de su cotidianidad, con intencionalidad, con sentido del humor y, casi lo más importante, basándose en oraciones que incluyen un sujeto, un verbo y un predicado, algo que no siempre se cumple ni en el cine ni en la vida.

La obligatoriedad del triunfo a toda costa se sustituye aquí por un natural sentido del divertimento, por un poso ecologista nada cargante y por una crítica del matonismo colegial que viene provocada por padres aún más lerdos que sus hijos. De modo que sin necesidad de lanzar las campanas al vuelo sobre una calidad suprema que tampoco se alcanza, Pequeños salvajes puede dejar al menos la sensación de no haber perdido el tiempo con los niños en el cine.