Resistencia a los cambios

En el centro y en el sillón más alto, el alcalde, y a ambos lados, cuatro tenientes de alcalde. Esa escenografía, la del debate de los plenarios del Ayuntamiento de Barcelona, y la composición de la comisión de gobierno podrían cambiar si el consistorio se decidiera a aplicar dos artículos de la Carta Municipal. Seguramente no se hará en lo que queda de mandato por la resistencia que ha encontrado el alcalde, Joan Clos, en sus socios, especialmente en Esquerra Republicana, y por la dificultad añadida que supone, además, que algunos ediles socialistas tampoco estén por la labor. El alcalde lo p...

En el centro y en el sillón más alto, el alcalde, y a ambos lados, cuatro tenientes de alcalde. Esa escenografía, la del debate de los plenarios del Ayuntamiento de Barcelona, y la composición de la comisión de gobierno podrían cambiar si el consistorio se decidiera a aplicar dos artículos de la Carta Municipal. Seguramente no se hará en lo que queda de mandato por la resistencia que ha encontrado el alcalde, Joan Clos, en sus socios, especialmente en Esquerra Republicana, y por la dificultad añadida que supone, además, que algunos ediles socialistas tampoco estén por la labor. El alcalde lo planteó a ERC e ICV hace unos meses y la falta de acuerdo le indujo a posponer los cambios. CiU, en cambio, está completamente a favor. Lo mismo ocurre con el Partido Popular.

Joan Clos, en medio, y a derecha e izquierda, los cuatro primeros tenientes de alcalde: dos del PSC, uno de ERC y uno de ICV. Es el escenario del estrado del Saló de la Reina Regent del Ayuntamiento en las sesiones plenarias, cuyos debates dirige el alcalde, que tiene la potestad de conceder y retirar el uso de la palabra. Algo que, como es lógico, suscita continuas polémicas con la oposición, que acusa a Clos de arbitrario.

Uno de los artículos de la Carta Municipal, norma que la semana pasada entró en vigor de forma completa, prevé la "posibilidad de delegación de la convocatoria y presidencia del pleno en uno de los concejales". Supondría aplicar el esquema de funcionamiento del Parlament y del Congreso de los Diputados, donde los debates los dirige el presidente de la Cámara y el presidente de la Generalitat o del Gobierno se sienta en el hemiciclo junto con el resto del Gobierno y los diputados. Y también comportaría poner fin al aire presidencialista que tienen los debates municipales. En el caso de los ayuntamientos, el debate lo dirigiría uno de los ediles designado por el alcalde y éste y los tenientes de alcalde se sentarían en el banco de gobierno, al lado del resto de los ediles. "El alcalde dejaría de ser árbitro del debate y podría intervenir más para defender las posturas", opina Carles Martí, concejal del consistorio barcelonés y portavoz del PSC. Iniciativa per Catalunya (ICV) lo ve también con buenos ojos. "La figura del alcalde sería más nítida", señala Ricard Gomà, edil de esa formación. Jordi Portabella no está de acuerdo y mostró su oposición con claridad en el tanteo que hizo Clos. "No tiene sentido que un edil se dedique exclusivamente a dirigir el debate", dijo. Xavier Trias, presidente de CiU, cree todo lo contrario: "Se trata de un ejercicio de democracia, que el que dirija el debate no sea el propio alcalde. Yo lo haría de forma inmediata". "De esa forma se evitarían los abusos actuales" tercia Alberto Fernández Díaz, presidente del grupo municipal del Partido Popular.

El segundo artículo que puede comportar cambios es el que establece que como máximo un tercio de los miembros de la comisión de gobierno puedan ser cargos no elegidos. Es decir, homologar la composición de la comisión a lo que ocurre en el Gobierno catalán o en el central. Esta posibilidad gusta todavía menos a los socios del tripartito y tampoco agrada a los ediles socialistas, sobre todo porque el gobierno de la ciudad ha sido históricamente una alianza de partidos políticos y, por tanto, un reflejo de la proporcionalidad del resultado de las urnas. "Supondría más quebraderos de cabeza buscar la proporcionalidad en el nombramiento de los miembros no elegidos y más problemas, en definitiva, para cerrar los acuerdos de gobierno", señala el socialista Martí. En este punto, tanto ERC como ICV comparten el mismo criterio en contra de la incorporación de cargos no elegidos: "No es coherente, es una fórmula pensada para un sistema mayoritario, pero no para un gobierno a tres bandas con equilibrios de proporcionalidad", opina Portabella, que además se opone a que técnicos o gerentes asuman más papeles que los regidores. Para ICV, ello supone "diluir el carácter político que representa la comisión de gobierno". El que opina todo lo contrario es Trias: "Como en los otros gobiernos, supone nombrar a gerentes y especialistas. No me parece nada mal". A juicio de Fernández Díaz, es lógico: "Es la profesionalización dentro del consistorio".

O sea que Clos tiene más apoyos en la oposición que entre sus socios.