AL VOLANTE | PRUEBA

Suave y silencioso

El nuevo Santa Fe ofrece una calidad de conjunto a la altura de sus rivales europeos y japoneses, con unos mandos de tacto suave y un funcionamiento refinado que exige el mínimo esfuerzo. El diseño es moderno, aunque no futurista, está bien acabado e incluye unos asientos cómodos con regulación eléctrica (versión Style). Y sólo la posición de conducción, que incluye volante regulable en altura y profundidad, se queda algo justa en longitud si se mide más de 1,80 metros.

El 4×4 coreano estrena un motor 2.2 turbodiésel de 150 CV con cambio manual de cinco marchas y tracción 4×4. Funciona ...

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El nuevo Santa Fe ofrece una calidad de conjunto a la altura de sus rivales europeos y japoneses, con unos mandos de tacto suave y un funcionamiento refinado que exige el mínimo esfuerzo. El diseño es moderno, aunque no futurista, está bien acabado e incluye unos asientos cómodos con regulación eléctrica (versión Style). Y sólo la posición de conducción, que incluye volante regulable en altura y profundidad, se queda algo justa en longitud si se mide más de 1,80 metros.

Un turbodiésel refinado y austero

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El 4×4 coreano estrena un motor 2.2 turbodiésel de 150 CV con cambio manual de cinco marchas y tracción 4×4. Funciona muy bien, gasta lo justo y ofrece unas prestaciones correctas que permiten mover el peso sin pereza.

Lo primero que sorprende es su tacto refinado, porque resulta muy silencioso y no vibra nada, y hasta en ciudad cuesta notar que es un diésel. Pero lo mejor es que sube de vueltas con alegría y finura, empuja con fuerza desde 2.000 revoluciones y se estira hasta 4.500 sin dar sensación de ir forzado. Por debajo de 2.000 no es tan brillante, pero tiene una respuesta correcta y no exige reducir a menudo, lo que se agradece en ciudad y en el campo. Permite viajar a buen ritmo con soltura, incluso a plena carga, adelanta sin apuros y no se queda en las subidas. Le vendría bien una sexta marcha de desahogo, pero sin ella ofrece ya un consumo comedido para su tamaño: apenas pasa de ocho litros en conducción suave y no llega a 10 en ciudad ni estirando las marchas.

Estable y cómodo

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En el aspecto dinámico destaca el equilibrio de las suspensiones con amortiguación de gas, que filtran muy bien los baches sin sacrificar la eficacia. El Santa Fe se conduce con dos dedos, no cansa en los viajes y tiene una estabilidad correcta en trazados rápidos. A pesar de ser grande y voluminoso, da sensación de ligereza y no acusa mucho las inercias en zonas viradas, porque balancea lo justo y obedece bien al conductor. Sorprende también su comodidad y ofrece una calidad de rodadura notable y un tacto tan refinado y cercano al de los turismos que hace olvidar que se conduce un todoterreno.

El sistema de tracción 4×4 inteligente transmite el 100% de la potencia al eje delantero y varía el reparto hasta el 50% entre ambos ejes si detecta pérdidas de adherencia en alguna rueda. Con esta base, el Santa Fe puede circular sin problemas por pistas de tierra y tiene además un botón para dejar fija la tracción 4×4 y superar zonas más complicadas (barro, subidas pronunciadas...). No es un 4×4 radical, ni tiene reductora, pero se defiende en el campo mientras no se le exijan maravillas.

Por lo demás, frena bien, incluso pisando el pedal a fondo en plena curva, y aunque no tiene control de descenso de pendientes, incluye un equipo de seguridad con ESP de serie en toda la gama.

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