Columna

Un viejo papel que resulto ser un Miró

El 21 de junio de 2004 un señor alemán se puso en contacto conmigo de parte de la Fundación Miró de Barcelona. Como especialista en Miró, suelo recibir consultas sobre la calidad o autenticidad de las piezas, aunque es Jacques Dupin, el mejor experto mundial en el pintor catalán, quien emite los certificados. El ingeniero alemán me contó que en septiembre de 2003 había comprado este papel por la modesta suma de 9,05 euros (sin IVA, añadió). Lo compró sin marco a una compañía alemana que fue de Kurt Herberts.

Herberts (1901-1989) fue un pionero de la industria de pinturas y un voraz y ex...

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El 21 de junio de 2004 un señor alemán se puso en contacto conmigo de parte de la Fundación Miró de Barcelona. Como especialista en Miró, suelo recibir consultas sobre la calidad o autenticidad de las piezas, aunque es Jacques Dupin, el mejor experto mundial en el pintor catalán, quien emite los certificados. El ingeniero alemán me contó que en septiembre de 2003 había comprado este papel por la modesta suma de 9,05 euros (sin IVA, añadió). Lo compró sin marco a una compañía alemana que fue de Kurt Herberts.

Herberts (1901-1989) fue un pionero de la industria de pinturas y un voraz y experto coleccionista de arte moderno. Fue amigo del artista de la Bauhaus Oscar Schlemmer y del pintor Willi Baumestier y autor de las obras La tradición griega (1939) y El libro de las técnicas artísticas (1959), un auténtico clásico sobre el tema. Su colección poseía obras de Kandinsky, Macke, Kirchner, Nolde y Schmidt-Rotluff, así como numerosas obras de arte oriental, que vendió a la ciudad de Wuppertal y que hoy pueden admirarse en el museo de Munster. Legó buena parte de su colección a su ciudad natal y, al cambiar de manos su compañía, puso en venta otra parte.

El dibujo comprado por el ingeniero, de 46,8 por 62,3 centímetros, poseía un número de inventario B69/65, lo cual quería decir que el número fue adjudicado en 1969. El dibujo estaba catalogado como Repro mit Signature aus Stein (reproducción litográfica) y con el precio de 9,05 euros.

Pero al ingeniero, quien también había comprado litografías y carteles de la misma colección, le gustó el dibujo y decidió no hacer experimentos sobre él con lejía, como había previsto en un principio. Como en el dibujo puede leerse la curiosa frase "Et les seins mouraient..." (y los senos murieron) buscó en Internet su significado. Allá encontró que se trataba de un libro del poeta surrealista Benjamin Péret, publicado por Cahiers du Sud en 1928, y que existía otro dibujo preparatorio en la Colección Berardo en Sintra (Portugal). El ingeniero alemán inició entonces una ronda de cartas y de pesquisas. Escribió a la Colección Berardo para saber si su ejemplar estaba hecho en el mismo tipo de papel que el suyo. En efecto, estaba realizado también sobre un papel Canson y Montgolfier, fabricado en la localidad de Vidalon-Les-Annonay, la mejor marca de papel entre 1880 y 1945.

Así fue como el ingeniero (que prefiere permanecer en el anonimato), cuyo inglés es correcto pero que sabe poco francés, aprendió que "ANCne" quiere decir 'Ancienne' y MANUFre, 'Manufacture'. Se fue animando en sus investigaciones, que me enviaba por fax con una puntualidad y precisión extrordinarias. En marzo se puso en contacto con el MuseumK20 de Düsseldorf, que le informó de que un dibujo a lápiz casi exacto al suyo existía en la colección de la Fundación Joan Miró de Barcelona.

Entretanto, me había enviado de excelentes fotografías del dibujo. Comparando el dibujo del ingeniero con el de la Fundación Miró, resultaban básicamente iguales salvo que en el del ingeniero la línea de puntos era más recta y el vestido de la mujer, más trapezoidal.

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Su dibujo tanto podía ser verdadero como falso. Llegados a este punto, yo debía examinarlo realmente o bien tenía que hacerlo Jacques Dupin. Le comenté que si su dibujo había sido catalogado en 1965, lo más seguro es que fuera un original, ya que en aquellos años apenas se falsificaban dibujos de Miró, pues su valor en el mercado era muy bajo.

Después de esperar bastante, finalmente, el pasado 2 de diciembre, el dibujo fue examinado por Jacques Dupin en presencia de Joan Punyet Miró (nieto del pintor) y Arianne Lelong (coautora del catálogo razonado de pinturas y de dibujos de Miró). Jacques Dupin estuvo seguro de su autenticidad al 95% y, a fin de tener la certeza al 100%, le pidió un análisis de la tinta. Entretanto, el ingeniero que creía ver en la frase "et les seins mouraient..." "y los centros morían", seguía aprendiendo cosas sobre Miró (como el sentido poético de esta frase automática o casi automática) y llegó a encontrar, en Internet, un ejemplar del libro de Péret de 1929, ejemplar que compró inmediatamente.

La extraordinaria historia termina con el informe del especialista en tinta profesor Robert Fuchs de Colonia, director del Laboratorio de Análisis no destructivo de obras de arte del Centro de Restauración y Patrimonio de Renania-Westfalia. Dicho análisis revela que su dibujo está hecho sobre papel con fibras de lino puro y homogéneas, típicas de los años treinta (mientras que las que fabrica hoy en día la casa Canson son de algodón), que está hecho con tinta china de la época y que, al examen de reflectografía a 620 nm muestra numerosos pentimenti o arrepentimientos, algo bastante frecuente en Miró y que raramente hallamos en un dibujo falso. También es de señalar la presencia de dos números en el reverso de la obra, seguramente procedentes de una subasta o de un propietario anterior.

Este dibujo real, pues, es uno de los tres a tinta china que Miró hizo como proyectos para el libro Et les seins mouraient, de Péret. El de Sintra, fechado en 1927, es más sencillo y en él la figura se ha reducido a una cruz con un punto por cabeza, todo ello dentro de un círculo; es casi igual al boceto de la Fundación Miró de Barcelona. El que suponemos que es el segundo es el del ingeniero alemán, el más complejo de los tres. Miró siempre tuvo la idea de fragmentar la frase "et les seins mouraient" y en el dibujo del propietario alemán, cada palabra surge de un filamento cuyo tronco contiene un seno de perfil, recorre todo el papel y termina en una flecha, una idea de gran originalidad. El dibujo final, cuyo paradero es desconocido, existe en forma de grabado y es el reproducido en el libro de Péret.

Cabe mencionar que estos dibujos se cuentan entre las primeras ilustraciones para libros de poemas que hizo Miró. En 1927, un año estelar en su producción, vio la luz Gertrudis, de J. V. Foix, ilustrado por nuestro pintor, quien en el mismo año llevó a cabo ocho pochoirs para el libro de poemas de Lise Hirtz (pseudónimo de Lise Deharme) Il était une petite pie. La síntesis de las figuras y el halo poético de estos años veinte serán, en Miró, difícilmente igualables.

Así pues, lo que comenzó como una compra banal de material para experimentar con teñidos, acabó siendo un descubrimiento espléndido que aporta un nuevo dato en el conocimiento del genial pintor catalán.

vcombalia@terra.es

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