La explotación comercial avanza en el puerto de Badalona, mientras que el del Fórum sigue vacío

Ambas instalaciones proyectan atraer a un público mayoritariamente familiar

El vigilante de seguridad lo advierte a la entrada: "No sé para qué quiere entrar, no hay nada; todavía están en obras". En Port Fòrum, el puerto deportivo que comparten Sant Adrià de Besòs y Barcelona, las señales de vida humana son escasas. Sólo hay barcos amarrados, algún obrero levantando polvo y un puñado de turistas paseando en patines bajo un sol primaveral que alegra los colores. No es que las tiendas, los bares y los restaurantes estén vacíos. Es que no existen.

Cuando se cumple un año desde que las primeras embarcaciones entraron en el puerto de lo que fue el Fórum, la comerci...

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El vigilante de seguridad lo advierte a la entrada: "No sé para qué quiere entrar, no hay nada; todavía están en obras". En Port Fòrum, el puerto deportivo que comparten Sant Adrià de Besòs y Barcelona, las señales de vida humana son escasas. Sólo hay barcos amarrados, algún obrero levantando polvo y un puñado de turistas paseando en patines bajo un sol primaveral que alegra los colores. No es que las tiendas, los bares y los restaurantes estén vacíos. Es que no existen.

Cuando se cumple un año desde que las primeras embarcaciones entraron en el puerto de lo que fue el Fórum, la comercialización de los locales -prevista inicialmente para el verano de 2005- no avanza. El puerto del Fórum es un paisaje yermo salpicado por grandes huecos de gris y cemento. Podrían ser tiendas, pero no lo son y, lo que parece más grave, no llevan trazas de incorporarse a actividad alguna.

Unos pocos kilómetros más al norte aparece, entre el mar y el tren, el puerto de Badalona. Los sábados y domingos por la tarde se llena de gente: familias y grupos de jóvenes. Lo dicen los propietarios de los bares y restaurantes, que auguran un verano exitoso. Con dos meses menos de vida que Port Fòrum, Marina Badalona -así se llama el puerto deportivo de la ciudad- ha vendido ya muchos de los módulos comerciales previstos.

Explotación dispar

Jesús Fernández, que tiene la exclusiva de los frankfurts, se frota las manos: "Esto es un desmadre, y cada vez más".

A un año de su apertura, la explotación comercial de los dos nuevos puertos de la costa de Barcelona es muy dispar. En el de Sant Adrià, la superficie prevista para usos comerciales es de unos 19.000 metros cuadrados. De acuerdo con los datos de la dirección del puerto, la restauración no podrá ocupar más del 50% del espacio total; los establecimientos relacionados con la actividad náutica representarán entre el 20% y el 30% y el resto se lo repartirán el ocio y la moda.

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Por ahora, es un desierto comercial: no hay ningún local abierto y sólo en unos pocos módulos se están haciendo obras.

El director de Port Fòrum, Luis Miguel Jarillo, explica que la situación cambiará en las próximas semanas. "Estamos ultimando las negociaciones con distintos operadores y en breve obtendremos resultados". Jarillo avanza que en julio abrirá sus puertas un restaurante de cocina mediterránea. Ahora mismo, los tres módulos que ocupará este local están cubiertos por unas vallas y una lona de color verde en medio del vacío general. A este restaurante le seguirán otras terrazas y establecimientos. El director asegura que está negociando para que una importante marca de material deportivo se instale en el puerto.

Frente a las expectativas de Sant Adrià, las cifras de Badalona. El puerto de la ciudad del baloncesto, por el que se mueven los barcos desde julio del año pasado, tiene asignados 25.000 metros cuadrados de superficie comercial.

El muelle de Ribera, destinado a servicios para las embarcaciones, está ocupado en un 70%. Y el muelle de Levante, el de la pequeña restauración y el que, de hecho, está dando vida al puerto, se sitúa en torno al 90%.

Para familias

Casi la mitad de la superficie prevista se la comerán un hotel de planta baja y nueve pisos -que se levantará justo a la entrada del recinto- y un centro comercial. Ambos proyectos están pendientes de la aprobación del plan de usos definitivo para el puerto, explica el consejero delegado de Marina Badalona, Juan Felipe Ruiz.

Los días laborables, las cervecerías, frankfurts y marisquerías viven de los propios trabajadores del puerto, a quienes sirven un menú económico. Los fines de semana llegan los padres de familia con los hijos, y las tapas ganan terreno. De hecho, tanto Marina Badalona como Port Fòrum apuestan por un modelo de puerto familiar y tranquilo, en contraposición, por ejemplo, al de El Masnou (Maresme), donde predomina el ocio nocturno.

"Supongo que abrirán algún bar musical, pero espero que las discotecas las sitúen en otra parte", subraya Roberto Allende, que hace un par de meses abrió uno de los restaurantes con terraza del muelle de Levante.

"Hay que hacer más propaganda del puerto y, sobre todo, mejorar el entorno", opina Allende. Y es que ninguno de los dos puertos, vinculados a proyectos urbanísticos de amplio calado, son de fácil acceso. Ni siquiera se ven bien desde fuera.

Pese a todos estos obstáculos, Eudald, empleado de un establecimiento de náutica que aún tiene colgado en la puerta el letrero de próxima inauguración, opina que el puerto de Badalona ya está en marcha. "Es una reivindicación histórica de la ciudad, que lo está empezando a conocer".

Sobre la incidencia de Port Fòrum en el entorno, no hay ningún empleado que opine, ni siquiera los de la oficina de comercialización de locales que hay en el puerto: está cerrada y en obras.

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