Cartas al director

Alimentos perfectos

Enjundiosa y certera la columna en la contraportada de EL PAÍS del martes 11 de Rosa Montero. Un alarde de cordura, inteligencia y sentido común. Como profesor invitado de Nutrición de la Universitat Pompeu Fabra, me alegran inmensamente las reacciones críticas de la sociedad civil ante los repetidos intentos de medicalizar (¡y encarecer!) la alimentación por parte de los lobbies científico-industriales. Los así llamados por la comunidad científica "alimentos funcionales" son en el mejor de los casos simples placebos por los que pagamos más que si compráramos alimentos sin aditivos y, e...

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Enjundiosa y certera la columna en la contraportada de EL PAÍS del martes 11 de Rosa Montero. Un alarde de cordura, inteligencia y sentido común. Como profesor invitado de Nutrición de la Universitat Pompeu Fabra, me alegran inmensamente las reacciones críticas de la sociedad civil ante los repetidos intentos de medicalizar (¡y encarecer!) la alimentación por parte de los lobbies científico-industriales. Los así llamados por la comunidad científica "alimentos funcionales" son en el mejor de los casos simples placebos por los que pagamos más que si compráramos alimentos sin aditivos y, en el peor, origen de desequilibrios dietéticos que bien pudieran tener efectos adversos a largo plazo.

Eso sí, el tema ha dado pan y sal a "científicos", revistas especializadas, congresos interdisciplinarios y multinacionales de la alimentación. Al parecer, ya sólo cabe acudir a la "ciencia" para facturar más. Tarde o temprano, sin embargo, la crítica independiente a tanta investigación subvencionada pone las cosas en su sitio y se impone la sensatez frente a la credulidad y el papanatismo. Debemos evitar entre todos que se medicalice la dieta y recuperar el goce de lo simple.

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