Crítica:

Fallida traslación

Cualquiera que haya tenido la oportunidad de ver el musical Los productores en el Broadway neoyorquino o en el West End londinense sabe que se trata de un gran espectáculo. Sin embargo, el lenguaje cinematográfico no es el del teatro, la capacidad para conmover proviene de fundamentos muy distintos y no siempre un gran éxito sobre las tablas acaba trasladándose a la pantalla.

Susan Stroman, directora teatral y ahora cinematográfica del evento, demuestra que conocer al dedillo una pieza no implica su eficacia en un modo de expresión artístico diferente.

Basado en la películ...

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Cualquiera que haya tenido la oportunidad de ver el musical Los productores en el Broadway neoyorquino o en el West End londinense sabe que se trata de un gran espectáculo. Sin embargo, el lenguaje cinematográfico no es el del teatro, la capacidad para conmover proviene de fundamentos muy distintos y no siempre un gran éxito sobre las tablas acaba trasladándose a la pantalla.

Susan Stroman, directora teatral y ahora cinematográfica del evento, demuestra que conocer al dedillo una pieza no implica su eficacia en un modo de expresión artístico diferente.

Basado en la película escrita y dirigida por Mel Brooks en 1968 (una comedia negra con elementos de musical, pero no un musical de tradición clásica), el espectáculo de Broadway, y ahora la película, carece de la malsana, y muy atractiva, suciedad y del estrambótico humor del original. El punto de partida del guión sigue vigente (un productor que obtiene el dinero a base de favores sexuales a ricas ancianas, y un contable planean fabricar un gran bodrio que no dure en cartel más de una noche para quedarse así con el dinero ofrecido por sus financiadores), pero el tono es mucho más cándido, más familiar, menos procaz.

LOS PRODUCTORES

Dirección: Susan Stroman. Intérpretes: Nathan Lane, Matthew Broderick, Uma Thurman, Will Ferrell. Género: musical. EE UU, 2005. Duración: 135 minutos.

Más información

Respecto a la dirección, Stroman acude a los planos generales de los musicales clásicos (de Stanley Donen, de Vincente Minnelli...), sin mentirosos insertos, lo que verdaderamente muestra si un intérprete sabe bailar o no y si un número está coreografiado a la perfección o es un desastre arreglado con el montaje. Sin embargo, en ocasiones, ni el encuadre es el más adecuado ni el ritmo el necesario, a lo que se une el hecho de que el método tiene una penosa excepción con el personaje de Uma Thurman, que no sabe cantar ni bailar y ha tenido que ser doblada por la intérprete de la función teatral en los pasos y giros más complicados.

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