La sequía amenaza de muerte a miles de personas en Somalia

Oxfam asegura que algunos niños se ven obligados a beber su orina

Somalia, uno de los países más inseguros del mundo, se enfrenta a la peor sequía de los últimos 40 años, según Oxfam Internacional. Esta ONG británica asegura que decenas de miles de somalíes corren el riesgo de morir deshidratados en el sur del país, donde la crisis es más severa. La ración de agua disponible por persona y día es el equivalente a tres vasos para beber, cocinar y lavarse bajo temperaturas de 40 grados centígrados.

La sequía es tan grave y la escasez tan grande que las personas mendigan agua al borde de los caminos y en las carreteras, asegura el equipo de evaluación de ...

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Somalia, uno de los países más inseguros del mundo, se enfrenta a la peor sequía de los últimos 40 años, según Oxfam Internacional. Esta ONG británica asegura que decenas de miles de somalíes corren el riesgo de morir deshidratados en el sur del país, donde la crisis es más severa. La ración de agua disponible por persona y día es el equivalente a tres vasos para beber, cocinar y lavarse bajo temperaturas de 40 grados centígrados.

La sequía es tan grave y la escasez tan grande que las personas mendigan agua al borde de los caminos y en las carreteras, asegura el equipo de evaluación de Oxfam. Todo el agua de superficie se ha evaporado y la gente se ve forzada a caminar hasta 70 kilómetros en busca de pozos subterráneos. El sur es una zona pastoral y muy pobre en la que la muerte de los animales provocaría una tragedia humanitaria de grandes proporciones.

"La situación es la peor que recuerdo. Algunos adultos están muriendo y los niños tienen que beber su orina porque no hay otro líquido disponible", afirma Mohamed Elmi, director del programa regional de Oxfam. "No se puede sobrevivir con tres vasos de agua al día [un 20% de la cantidad mínima recomendada por la ONU] bajo estas temperaturas", añade.

Grupos locales y varias escuelas han logrado recolectar el equivalente a 84.000 euros para pagar una operación humanitaria de ayuda al sur. Se trata de una cantidad enorme para un país como Somalia: el tercero más pobre del mundo tras Níger y Sierra Leona según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, y en el que el 43% de la población sobrevive con menos de un euro al día.

Diez camiones cisterna abandonaron el miércoles la capital Mogadiscio en dirección al sur, y Oxfam ha anunciado el lanzamiento de un plan de emergencia para socorrer a 200.000 personas y sus animales en riesgo inmediato en las regiones de Gedo y el bajo Juba, fronterizas con Kenia. Según Elmi, la sequía afecta a la región del cuerno de África y a zonas de Kenia.

El principal obstáculo de toda operación humanitaria en Somalia es la inseguridad (está considerado el país más peligroso del mundo) y la ausencia de Estado. Carece de un Gobierno efectivo desde el derrocamiento del presidente Siad Barre en 1991. Años de lucha entre múltiples facciones comandadas por sus señores de la guerra lo han convertido en un desastre humanitario permanente y olvidado que ha causado la muerte a cerca de un millón de personas. Somalia fue creada en 1960 tras la fusión del protectorado británico del norte y la colonia italiana.

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Desembarco de EE UU

En diciembre de 1992, en medio de una gran hambruna y tras el fracaso de una operación de lanzamiento de ayuda desde aviones, el presidente George Bush, el padre del actual mandatario, envió en vísperas de su salida de la Casa Blanca a miles de tropas en una operación llamada Restaurar la Esperanza, aprobada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Su desembarco en las playas de Somalia, televisado en directo por las principales cadenas de televisión, acabó en octubre de 1993 en desastre, con la muerte de 18 soldados estadounidenses y de otros mil milicianos del señor de la guerra más importante de Somalia, Mohamed Fará Aidid. Se llamó la batalla de Mogadiscio, y provocó la precipitada retirada norteamericana que dejó la misión en manos de la ONU. Una película norteamericana llamada Black Hawk derribado recogió aquellos acontecimientos.

Desde 1995 no hay cascos azules en Somalia. Sin seguridad las ONG no acuden o que en el mejor de los casos trabajan con personal local.

En Somalia tampoco hay una representación física de la existencia de un Gobierno: ni ministerios ni funcionarios ni los servicios públicos. La mayoría del Ejecutivo transitorio, surgido de los acuerdos de 2000 en la conferencia de Yibuti, viven en el exilio por razones de seguridad.

El país está dividido en tres zonas: Somaliland, que coincide con la provincia administrada por los británicos, que se declaró independiente en 1991 aunque ningún país ha reconocido sus fronteras y en donde se vive en relativa calma; la región semiautónoma de Puntland, al norte, y el resto. Mogadiscio, la capital, es un mosaico aparte, dividida entre decenas de grupos armados que gobiernan sus barrios y callejuelas y se hacen la guerra los unos a los otros en alianzas cambiantes. Ninguna ONG con personal local puede moverse sin llevar protección armada de alguno de esos grupos.

El presidente transitorio, Abdulkasim Salat Hasan, y los principales señores de la guerra, se reunieron de nuevo en 2004, en Nairobi, para negociar un Parlamento que pudiera elegir un presidente y desatrancar la situación. Fue el decimocuarto y último intento fallido, por ahora, de formar un Gobierno.

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