Reportaje:

Crisis de fe en el I+D+i

Un nuevo estudio pone en duda que aumentar el gasto en innovación mejore los resultados

La idea se ha repetido hasta la saciedad: España debe incrementar drásticamente sus inversiones en I+D si quiere aumentar la productividad y competitividad de su economía. Pero ¿y las empresas? ¿Mejoran sus cifras de ventas, rentabilidad o valor de mercado si gastan dinero en innovar? Un reciente informe de Booz Allen Hamilton, que asegura que no existe esa relación, ha despertado la polémica entre empresas y expertos.

"La búsqueda de la innovación ha sido, durante mucho tiempo, una cuestión de fe: gasta más, y los beneficios llegarán. Pero los resultados de este estudio pueden provocar...

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La idea se ha repetido hasta la saciedad: España debe incrementar drásticamente sus inversiones en I+D si quiere aumentar la productividad y competitividad de su economía. Pero ¿y las empresas? ¿Mejoran sus cifras de ventas, rentabilidad o valor de mercado si gastan dinero en innovar? Un reciente informe de Booz Allen Hamilton, que asegura que no existe esa relación, ha despertado la polémica entre empresas y expertos.

"No hay relación discernible entre el gasto y la mayoría de los conceptos que miden el éxito corporativo", concluye el informe de Booz Allen Hamilton

"La búsqueda de la innovación ha sido, durante mucho tiempo, una cuestión de fe: gasta más, y los beneficios llegarán. Pero los resultados de este estudio pueden provocar una crisis de fe". La consultora Booz Allen Hamilton ha analizado las cuentas de las 1.000 empresas cotizadas que más invierten en I+D+i (investigación, desarrollo e innovación) en el mundo, entre ellas, las españolas Telefónica y Amadeus. Todas estas empresas gastaron un total de 384.000 millones de dólares (unos 321.000 millones de euros) en I+D+i durante 2004, lo que supone, según la consultora, que estas compañías suman entre el 80% y el 90% de la inversión global privada, y un 60% del total mundial, incluida la investigación realizada por gobiernos o instituciones. El análisis del resultados de esas inversiones es, por tanto, muy relevante.

Las compañías, continúa el estudio, han aumentado las cifras de la innovación un 6,5% anual desde 1999. Pero la conclusión a la que han llegado los analistas sobre el efecto de esas inversiones es, cuando menos, desalentadora: "Hemos encontrado escasa relación estadística entre el gasto de I+D y los resultados empresariales. No hay una relación discernible entre el nivel de gasto y la mayoría de los conceptos que miden el éxito corporativo. El dinero", concluye el informe, "no compra los resultados".

Relación directa

Este debate no es nuevo. Los académicos llevan largo tiempo discutiendo si existe una relación directa entre invertir más dinero en investigar e innovar y, después, lograr resultados económicos palpables, como el incremento en ventas o beneficios, la reducción de costes, la mejora de los márgenes y de la cuota de mercado, o el aumento del valor en Bolsa. Pero quizá habría que empezar, en todo caso, por tratar de definir qué se entiende exactamente por innovar.

En este asunto tampoco hay un consenso absoluto. El director general de CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial), Maurici Lucena, distingue entre I+D, innovación y modernización tecnológica. En el I+D se incluyen "las actividades que, como la investigación aplicada, están ligadas a realizar trabajos creativos que aumenten el conocimiento dirigido a crear nuevas aplicaciones". La innovación está más ligada a la empresa, ya que intenta "mejorar procesos o productos". Y la modernización tecnológica, por último, supone la incorporación de nuevas tecnologías para la empresa pero en forma de maquinaria, equipos o procesos desarrollados por terceros. "Esta última es la que tiene efectos más inmediatos sobre la productividad", concluye Lucena.

Telefónica es la empresa española que más dinero invierte en I+D, según un reciente informe de la Comisión Europa (véase cuadro). La compañía, que gastó 461 millones de euros en este concepto en 2004, distingue tres tipos de innovación, según explica el presidente de Telefónica I+D, Fernando Fournón: innovación comercial (diseño de nuevos paquetes de productos o servicios), gerencial (destinada a mejorar la eficiencia) y tecnológica, que es la que realmente trata de conseguir nuevos productos o servicios con el objetivo final de "adelantarse a la competencia y, por tanto, conseguir libertad de precios para aumentar el ARPU [ingreso medio por cliente]".

Sea cual sea la definición de I+D+i que adopte la empresa, lo que intenta demostrar el estudio de Booz Allen Hamilton es si un aumento de las inversiones se traduce en mejoras competitivas para la compañía. Y la conclusión es que no tiene por qué hacerlo. "El informe quiere desmitificar la afirmación de que a más dinero invertido, hay mejores resultados. Hay un cierto límite a la inversión y a la rentabilidad", afirma Raquel Garcés, senior associate de la consultora. "Es cierto que la I+D+i tiene una importante carga de riesgo", explica Lucena. "La empresa debe evaluar la relación coste/beneficio antes de realizar su inversión", añade.

Jorge Sainz, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) de Madrid, concede que el riesgo que conlleva invertir en I+D es tal que no se puede asegurar que se traduzca de forma inmediata en resultados positivos: "La principal característica del I+D es que no se traduce inmediatamente en rentabilidad para la empresa o para la sociedad, y éste es uno de los problemas que están teniendo las medidas que se han tomado para incrementar la productividad". Según explica Sainz, la investigación básica, por ejemplo en fármacos, tarda al menos una década en andar el camino que lleva desde la idea hasta que ésta se puede poner en el mercado. "Y eso si todo sale bien. Sólo uno de cada diez medicamentos que se empiezan a probar llega a la fase de comercialización".

"Sin embargo", añade el profesor, "y a pesar de las escasas posibilidades de éxito, existen numerosos estudios que señalan que la inversión en I+D es rentable para la empresa". Algunas de esas investigaciones han sido publicadas en Estados Unidos, Reino Unido y Francia, donde se muestran rentabilidades por encima del 50%. "La adaptación de tecnología para el desarrollo se traduce, directamente, en mejoras de productividad y, por tanto, de crecimiento y de salarios", asegura Sainz.

En España, el Centro de Estudios Económicos Tomillo publicó en 2002 un estudio sobre las empresas innovadoras españolas, en el que se asegura lo siguiente: "Respecto a la existencia de un vínculo entre innovación y crecimiento, los resultados de la encuesta apuntan la presencia de tal relación". El estudio demuestra que, dentro de las empresas innovadoras analizadas, las que han visto crecer el empleo en mayor medida son las que emprenden un más actividades innovadoras. "Estas empresas", continúa el estudio, "han introducido más innovaciones, que representan un mayor porcentaje de las ventas. Por tanto", concluye, "la innovación puede ser considerada como motor del crecimiento empresarial".

En una reciente encuesta del INE (Instituto Nacional de Estadísitca) sobre innovación en la empresa, el 47% de las compañías aseguran que su actividad innovadora ha tenido mucha importancia sobre sus productos, el 33% ha aumentado su producción y el 37% ha aumentado la calidad de sus bienes y servicios.

Agotamiento de las ventajas

Lucena lo explica de la siguiente manera: "Quizá los empresarios españoles han tardado un poco en darse cuenta del agotamiento de las ventajas competitivas de los últimos 20 años: mano de obra barata, la adhesión a la Comunidad Económica Europea (CEE), la entrada en el euro, la situación macroeconómica... Ahora, tienen que sacar las ventajas del seno de su organización. Y eso es el I+D+i".

Es complicado demostrar el retorno de la inversión en innovación con los datos de las empresas españolas. Ninguna establece una relación directa entre esas inversiones y sus resultados. En el caso de Telefónica I+D, sus inversiones suponen un 1,5% sobre las ventas netas totales del grupo. "La forma de medir el éxito es su aceptación por parte del cliente. Nuestro objetivo", resume Fournón, "es hacer I+D dirigida a añadir valor para ellos". El ejecutivo cita dos casos de éxito de Telefónica I+D. El primero forma parte de uno de los objetivos estratégicos de la compañía: la televisión por Internet Imagenio, en el que se han invertido 23 millones y diez años de trabajo, y que ya tiene 200.000 usuarios. El otro, más a corto plazo, es el servicio yavoy de Telefónica Móviles.

La segunda empresa española que más invierte es Amadeus, con un total de 153 millones de euros en 2004, lo que supone un 7,4% de sus ventas. Amadeus no ofrece cifras sobre el resultado de sus inversiones pero sí da como ejemplo el sistema que ha desarrollado internamente, altea reservation, que ya utilizan cerca 150 aerolíneas de todo el mundo como plataforma propia de ventas.

El debate sobre la rentabilidad del I+D sigue vivo, aunque todos están de acuerdo en una cosa: el dinero, por sí mismo, no garantiza el éxito. "Un mayor gasto en I+D es positivo en términos generales, pero debe estar bien empleado", dice Sainz. Raquel Garcés está de acuerdo: "En las empresas en las que hemos detectado un buen retorno de la inversión, los proyectos de I+D están alineados con su estrategia general, responden a un plan de negocio claro e involucran a toda la empresa y, normalmente". Fernando Fourón define el I+D como un "laberinto", donde se recorren pasillos, se vuelve atrás, se camina de nuevo hacia delante y nunca se sabe si se va a llegar al final. "No hay un 100% de éxito en I+D. Y no hay proyectos innovadores que castiguen el error", concluye.

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