Crítica:

Casualidades

En los últimos tiempos muchos escritores han recuperado el deus ex machina, una intervención sobrenatural, tanto para resolver las tramas que montan como para armar y explicar a los personajes. Ahora abundan los accidentes de coche, de avión, o un pasado de víctima en una guerra. Aristóteles consideraba que este recurso debía emplearse sólo en última instancia, y que lo ideal era que las resoluciones o las circunstancias de los personajes se explicasen por sí mismas, siguiendo el curso lógico de las acciones. Si un personaje cometía una impiedad, como Edipo, recibiría un castigo por ell...

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En los últimos tiempos muchos escritores han recuperado el deus ex machina, una intervención sobrenatural, tanto para resolver las tramas que montan como para armar y explicar a los personajes. Ahora abundan los accidentes de coche, de avión, o un pasado de víctima en una guerra. Aristóteles consideraba que este recurso debía emplearse sólo en última instancia, y que lo ideal era que las resoluciones o las circunstancias de los personajes se explicasen por sí mismas, siguiendo el curso lógico de las acciones. Si un personaje cometía una impiedad, como Edipo, recibiría un castigo por ello, aunque al cometerla no fuese consciente de la gravedad de lo que hacía. Ahí está la tragedia, y la coherencia que buscamos en el arte.

TELÓN DE SOMBRAS

Camilo José Cela Conde

Alianza. Madrid, 2005

477 páginas. 19,50 euros

La segunda novela de Cami

lo José Cela Conde, Telón de sombras, contiene elementos del relato psicológico y de la novela coral. Tres personajes, un neurocirujano gruñón, una bailarina sin carácter y un escritor supuestamente genial (que también es profesor de literatura), dan cuenta de la historia de amor entre los dos últimos. Una historia de amor dulce y narrada con infinidad de detalles por los tres protagonistas; el escritor y la bailarina en primera persona, y el neurocirujano respondiendo en segunda a las preguntas de un periodista implícito. La intervención sobrenatural, la que por fin desencadena la acción real de la novela, consiste en un accidente neurológico que deja al escritor ciego. Tal vez el momento de mayor tensión narrativa sea precisamente el de la intervención quirúrgica que va a decidir su futuro, pero ésta tiene lugar cuando el relato está ya muy avanzado.

Por lo demás, la novela con-

tiene largos fragmentos autobiográficos, con digresiones sobre neurología más propias de un diálogo renacentista que de una novela; en mi edición se repite el cuadernillo que contiene las páginas 193-224, y faltan las páginas 225-256; se confunde a Aquiles con Ulises (éste es el héroe capaz de engañar a los mismos dioses, no aquél); el desenlace se zanja de golpe y porrazo con una nimiedad, al menos para dos personas que se querían tanto, y en esto Telón de sombras sigue la última corriente literaria, tan realista que no da un placer diferente al de la vida misma. La coherencia en la literatura nos proporciona la ilusión de que la vida también puede ser coherente. El arte no es el mundo de las casualidades; para eso ya tenemos la vida.

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