Análisis:AL VOLANTE | PRUEBA

Carácter deportivo

El Civic es un coche muy original que exalta la deportividad, tanto en el diseño como en el tacto y el comportamiento. Llama la atención por su imagen y sorprende por dentro, con una instrumentación vanguardista y unos mandos, como el volante y el cambio, de aspecto futurista. Además, el acabado Sport añade unos pedales metálicos de competición que rematan la deportividad del puesto de conducción.

El nuevo Civic comparte el sofisticado motor turbodiésel de Honda estrenado en el Accord, un 2.2 muy ligero con soluciones avanzadas que rinde 140 CV. Va acoplado a un cambio manual de seis ma...

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El Civic es un coche muy original que exalta la deportividad, tanto en el diseño como en el tacto y el comportamiento. Llama la atención por su imagen y sorprende por dentro, con una instrumentación vanguardista y unos mandos, como el volante y el cambio, de aspecto futurista. Además, el acabado Sport añade unos pedales metálicos de competición que rematan la deportividad del puesto de conducción.

Un turbodiésel muy brillante

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El nuevo Civic comparte el sofisticado motor turbodiésel de Honda estrenado en el Accord, un 2.2 muy ligero con soluciones avanzadas que rinde 140 CV. Va acoplado a un cambio manual de seis marchas bien escalonado y fácil de accionar, aunque con recorridos de palanca menos rápidos que el anterior Civic. Pero lo mejor es que ofrece una respuesta muy brillante casi desde las 1.000 revoluciones, empuja con mucha fuerza y alegría entre 2.000 y 4.000 y se estira sin forzarlo hasta las 4.500.

Si ya en el Accord este motor ofrecía unas prestaciones brillantes, en el Civic, que es más ligero, impresiona por su poderío y mueve el peso con una facilidad sorprendente. Así, sube en sexta ganando velocidad, adelanta en un suspiro y es muy agradable de conducir, porque responde al instante al acelerador sin tener que reducir. Sólo se le puede achacar cierto tacto de diésel y alguna vibración a bajo régimen, y aunque no es tan silencioso como un motor de gasolina tampoco resulta ruidoso. Pero a pesar de tener más cilindrada que otros rivales el consumo es muy bajo: apenas gasta seis litros en conducción suave, y cuesta pasar de ocho en ciudad y cuando se estiran más las marchas.

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El nuevo Honda recoge los gustos europeos y tiene un chasis muy rígido y unas suspensiones enérgicas que priman la deportividad y la estabilidad en curva para ofrecer un comportamiento muy eficaz. En zonas viradas gira plano casi sin balancear, es muy ágil en los cambios de apoyo y responde al volante con gran precisión. En trazados rápidos transmite aplomo al conductor y circula siempre muy asentado sobre el asfalto. El resultado es una conducción fácil y divertida que permite disfrutar con mucha seguridad sus cualidades, desde su estabilidad sobresaliente hasta su nobleza de reacciones. El conjunto se completa con un equipo de seguridad a la última que incluye unos frenos y un ABS que paran muy bien, y sobre todo un control de estabilidad que apenas se nota y actúa sin brusquedades cuando se necesita.

Estas virtudes dinámicas reducen el confort en los viajes largos, en especial con asfaltos deteriorados, aunque no llega a ser incómodo. Pero la sequedad en los baches se acusa más con las llantas (17 pulgadas) y los neumáticos de perfil bajo de los acabados superiores (Sport y Executive). Por eso, si se busca una mayor comodidad conviene elegir el equipo de ruedas del acabado base Comfort.

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